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LACTANCIA MATERNA

Cuando no podemos dar pecho

Cuando no podemos dar pecho
Cuando no podemos dar pecho

No podemos hablar de lactancia dejando de lado la maternidad. La maternidad es como un cuaderno abierto que se escribe todos los días, con nuevas historias y emociones. Cuando eres mamá tu mundo cambia y se mueve, funciona, gira en torno a tus hijos. Se es mamá día a día, sin siempre saber exactamente qué sigue. No podemos tener todo controlado; frecuentemente surgen cosas fuera de nuestras expectativas y sueños, frente a las cuales debemos adaptarnos y seguir avanzando.

La lactancia materna es uno de los retos que enfrentamos al llegar a la maternidad. En ocasiones, en lugar de ser una experiencia agradable de intercambio de amor y que favorece la conexión con nuestro bebé, nos genera angustia y nos hace dudar de nuestras capacidades de ser “buenas” madres. La mayoría de las mamás queremos alimentar a nuestros bebés con leche materna, puesto que constantemente escuchamos a los profesionales de la salud decir que la leche humana es el mejor alimento que podemos darle a nuestros hijos al menos por los primeros seis meses de vida. Sin embargo, a pesar de los claros beneficios que ofrece la leche materna, hay casos en los que, por razones médicas de la mamá o del bebé, se debe suspender temporal o definitivamente la lactancia.

Algunas mamás, al estar infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o bajo tratamiento con ciertos medicamentos que debilitan el sistema inmunológico, tienen contraindicada la lactancia. Hay otros casos en que la lactancia materna no está contraindicada, pero se deben tener ciertos cuidados para evitar la transmisión de la infección al bebé recién nacido. Por ejemplo, en los hijos de madres con hepatitis B, el bebé debe recibir la vacuna contra hepatitis B dentro de las primeras 24 horas de vida y una dosis de anticuerpos protectores contra esta enfermedad.

Existen casos excepcionales en los que el bebé no puede recibir ningún tipo de leche, sino fórmulas que no contengan determinados compuestos. Un ejemplo es la galactosemia, una enfermedad metabólica por la cual el bebé no puede metabolizar la galactosa. Cuando existe esta enfermedad es necesario el destete, ya que la leche materna contiene grandes cantidades de lactosa que se fragmenta en glucosa y galactosa. Si a un bebé con galactosemia se le da leche, los derivados de la galactosa se acumulan en el organismo del bebé y dañan el hígado, el cerebro, los riñones y los ojos. En otra enfermedad metabólica, la fenilcetonuria, la lactancia con una fórmula especial podría ser complementada con pequeñas cantidades de leche materna bajo una estricta supervisión.

Otras veces sucede que temporalmente una mamá no puede amamantar debido a una enfermedad grave, o mientras toma ciertos medicamentos. En esos casos, para mantener la producción de leche, se recomienda extraerla con un extractor de leche manual o eléctrico. Es importante recordar que la enfermedad no durará mucho y la lactancia materna puede continuar por meses, durante los cuales el niño sigue recibiendo nutrientes para su crecimiento y desarrollo intelectual y emocional.

Uno de los más grandes miedos de las mamás que no pueden dar pecho materno es no lograr un apego adecuado con su bebé. Sabemos hoy, por muchas investigaciones neurológicas y clínicas, que el apego y lactancia son dos procesos que van por canales separados, pero que se potencian. Por lo tanto, el que no haya una lactancia o que la misma tenga menor tiempo, no significa que haya menos apego. Entonces, si por razones médicas o por falta de información no has podido dar pecho materno, ¡no te angusties! Igual puedes lograr un buen vínculo con tu bebé, acariciándolo mientras lo bañas o le haces masajes, dedicándole tiempo para jugar o mirándolo a los ojos mientras lo alimentas. Para disminuir cualquier sensación de angustia o frustración, es muy importante que descanses, te alimentes bien, te rodees de personas que te apoyen y te hagan sentir tranquila. Así mismo es importante que sigas cuidadosamente las instrucciones de tu pediatra, para que tu bebé continúe su crecimiento y desarrollo normales sin afectaciones. Si cuidas tu bienestar, estarás en plena capacidad de responder a todas las necesidades de tu bebé, más allá de la lactancia.

La maternidad es como un cuaderno abierto: todos los días son diferentes, las realidades y emociones van cambiando, y, aunque no tengas un capítulo de lactancia materna, tú eres una madre maravillosa. Sin angustias ni reproches, ¡sigue disfrutando de la maternidad!

La autora es pediatra


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