En el año 1987 me tocó, siendo menor de edad, acompañar al hermano de mi madre, Roberto Díaz Herrera en su decisión de enfrentar a la cúpula militar de la cual semana atrás pertenecía como segundo al mando. Cuerpo Militar denominado Fuerzas de Defensa, una vez muerto Omar Torrijos y quitados escombros del camino.
El 27 de julio de 1987, en medio de un llamado a huelga nacional, Noriega decidió ordenar terminar de una vez por todas, con quien durante dos meses lo estuvo cuestionando y se dio la toma de la casa de Díaz Herrera. Mi madre y sus 6 hijos fuimos enviados a prisión, a mí me tocó 2 días en La Modelo, hasta que me trasladaron al tutelar de menores.
Si bien desde muchacho tenía marcada mi inclinación política, quizás por la afición de mi padre, hacia el panameñismo de Arnulfo Arias. Conversaba de política, siendo un chiquillo, con el viejo Senén Alaín que manejaba un bus colegial y arnulfista hasta las tuercas. Pasado lo del año 1987 me definió, que no era el PRD el partido donde yo debía transitar, ni militar políticamente, como hasta la fecha ha sucedido. Algunos después de aquella época se reconciliaron con ese sistema clientelar del PRD, que forjaba Noriega para ganarse adeptos, que a la postre lo abandonaron y dejaron solo.
El PRD concebido e ideado por Omar, dista muchísimo de lo que pretendió fuera. Poco a poco se fue convirtiendo en cuevas de maleantes y delincuentes con cuello blanco y con camiseta de playa. A cada gobierno que ascendía le aumentaba su membresía, no por ideología, sino por dádivas. Hoy algunos rememoran el partido que se supone debió ser, mientras la gran mayoría esta por pelechar hasta el ultimo centavo que puedan, del erario. La defensa de lo nacional y los recursos naturales, se convirtió en negocio mediante concesiones y cesiones de soberanía.
En el año 1994, acompañé a Mireya Moscoso en su primera cruzada, donde los grupos económicos, de siempre, atentaron en contra de sus aspiraciones. Nos tocó perder contra Pérez Balladares, no porque fuera buen candidato, sino porque nos dividimos y caímos en el juego de las encuestas y encuestadores, que comenzaron a venderse al mejor postor. Luego en 1999 fuimos por la revancha y nos tocó enfrentar a un Martín Torrijos inmaduro e inexperto, que ni cuenta se dio cuando el Toro le paso por encima, siendo de su propio partido, dándonos la mano para que Mireya se impusiera contundentemente, con acciones a todas luces impopulares. Nunca fue un secreto que Pérez Balladares no quería, ni quiere a Martín Torrijos.
En las elecciones del 2004, si bien no tuve una mayor participación, fue porque el candidato panameñista era simpático, pero malo para vender. José Miguel Alemán que estaba impuesto por Mireya Moscoso, endosándole el desgaste del gobierno, era una derrota segura. Hice como muchos panameñistas, apoyar con el voto a Guillermo Endara. No porque Martín Torrijos no hubiese madurado y aprendido lecciones, sino porque con quienes llegaba era parte de ese PRD deformado en tiempo de militares. Pero logro la votación mas alta que ha tenido el PRD en su historia, ganando con casi un 48% del electorado, aun cuando desde el gobierno se le trato de joder con el caso Cemis, el pueblo lo juzgo políticamente y aprobó su elección.
Bien o mal hubo aciertos y desaciertos, críticas y aplausos. Recuerdo escribía en aquellos tiempos un articulo que se llamaba, el problema no es la intención, sino el método, pues se tomaban decisiones que había que consultarla más, pero con mayoría legislativa se aprobaban. Debo reconocer la reforma Constitucional, que nos permitió tener herramientas para fortalecer la justicia, limitar el número de diputados y afrontar, aunque sea temporalmente, el tema de la CSS, a lo cual todos los gobiernos la ordeñan, pero le rehúyen a la hora de torear sus problemas estructurales.
Martín Torrijos si bien es pariente, lo conocí personalmente siendo yo Embajador en Ecuador en el 2010, cuando hacía consultorías al gobierno de Rafael Correa y era perseguido por una reapertura sospechosa del caso CEMIS. Hoy con sus 60 años en los hombros y ante la incertidumbre y deshojar margaritas, sobre su participación interna o fuera del PRD, le dije en esta ocasión te voy a apoyar, pero para dejar huellas, para hacer historia y cambios que transformen el país.
No es un apoyo de gratis, donde voy a salir ahora a decir que todo fue belleza en su gobierno, sino un apoyo para lo que podemos hacer de aquí en adelante. Para atrás que se defienda él y quienes trabajaron en ese tiempo. Ojo, a mí me botaron en ese gobierno.
Si guardo mis reservas, como cualquier invitado que llega por primera vez a un quinceaños, donde conoce solo a la quinceañera de vista, pero a ningún otro invitado. Algo así como un paracaídas que le decíamos en nuestros tiempos, cuando llegamos colados a las fiestas. Pues su entorno no es mi entorno, sus cercanos no son los míos y especialmente porque mi visión del país que quiero, puede que no coincida en muchos aspectos con la de él. Pero creo que Panamá no aguanta una improvisación más, se necesita alguien que conozca lo que hay y como es por dentro, que logre tomar decisiones sin pensar en costos políticos y eso lo puede hacer Martín, al no tener las cadenas y el yugo que es el PRD como partido, a la hora de exigir y saciar sus intereses.
No es el Mesías, ni es la panacea, pero frente al resto de la oferta necesitamos alguien que converse y escuche, alguien que, así como piensa, actué. Que no venga con modelos importados, copias o querer ser la copia de un Bukele o un Fidel, sino que se plante solucionar los problemas a la panameña.
Con decisión y coraje y sin muletillas clientelistas que buscan seguir pescando en río revueltos, donde sectores económicos apuestan a poner candidatos, mientras otros se sienten ungidos divinos y aquellos que añoran que todo se vale en el gobierno y hacen de la corrupción su compañero de fórmula robándose el país a cambio de un puente o una carretera. Por eso ahora Martín sí. Así veo las cosas y así las cuento.
El autor es abogado

