Históricamente, el conocimiento científico ha sido compartido mediante publicaciones académicas, conferencias, libros y, más recientemente, plataformas digitales. Sin embargo, las barreras económicas, culturales y tecnológicas lo hacen inaccesibles, restringiendo o reduciendo la innovación, la educación, el desarrollo científico y tecnológico.
En este contexto, la «Ciencia Abierta», un movimiento global que, a través de políticas públicas y tecnologías digitales, promueve el acceso libre y transparente del saber científico, desde las publicaciones hasta datos de investigación, recursos educativos, protocolos, software, metodologías, saberes ancestrales e indígenas, entre otros. Su fin es propiciar que la ciencia sea por y para todos, permitiendo que investigadores, educadores, empresarios, tomadores de decisiones y ciudadanos se beneficien de los avances científicos sin restricciones y especialmente puedan aportar perspectivas y visión en el crecimiento de la ciencia.
En el documento «Recomendaciones de la UNESCO sobre Ciencia Abierta», se hace énfasis que es clave que los Estados implementen acciones políticas que propicien que los ecosistemas de ciencia, tecnología e innovación sean más inclusivos, equitativos, accesibles y sostenibles, a través de la definición de marcos normativos, la inversión en infraestructuras abiertas y colaborativas (tanto físicas como tecnológicas), la formación de recursos humanos, incentivos y fomento a la cooperación internacional, con el fin de reducir brechas socioeconómicas.
Desde el punto de vista de la competitividad del país, la Ciencia Abierta es clave para mejorar la educación, el sector productivo, la economía y la salud.
En el ámbito educativo, el acceso libre a recursos de investigación fortalece las capacidades de los docentes y la formación de profesionales mejor preparados. Además, favorece la alfabetización científica haciendo más críticos, sensibles y resolutivos frente a los desafíos locales y globales.
En el sector productivo, permite a las empresas innovar con base en conocimientos científicos actualizados.
En economía, la Ciencia Abierta reduce costos de investigación y desarrollo, facilitando el emprendimiento tecnológico. Por ejemplo, una investigación en el Reino Unido en el 2009 se estimó que con un enfoque de Ciencia Abierta se podría generar un ahorro de hasta 172 millones de libras por año en cuanto al retorno de la inversión pública en I+D.
En salud, el acceso a datos y estudios permite una mejor respuesta ante crisis sanitarias y el desarrollo de tratamientos más efectivos, así como la eliminación de obstáculos. Por ejemplo, en una encuesta publicada por el Instituto Europeo de Bioinformática (EBI) arrojó que el 45% de los investigadores afirmaron que no podrían haber realizado su trabajo sin acceso abierto a los datos de investigación.
En Panamá, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) y otras instituciones han avanzado en la promoción y adopción de la Ciencia Abierta. Desde el 2016, la Senacyt ha financiado el fortalecimiento de revistas científicas panameñas, logrando que las revistas alcancen la internacionalización. También se han apoyado los repositorios institucionales e instituido la obligatoriedad del alojamiento de los resultados de proyectos derivados del financiamiento público a través de convocatorias de I+D, lo que ha permitido la consolidación del Portal de Repositorios Institucionales de Ciencia, Tecnología e Innovación de Literatura Abierta (PRICILA), en donde se centraliza la producción científica académica del país. De igual manera, la Senacyt lanzó CONECTO, una plataforma abierta que visibiliza la trayectoria de investigadores y personas relacionadas con el ecosistema científico y tecnológico.
Actualmente la Senacyt trabaja en el proyecto para la constitución de un portal nacional de revistas científicas y un repositorio de datos abiertos de investigación.
Además, Panamá lidera una iniciativa financiada por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá (IDRC, por sus siglas en inglés), en conjunto con la Secretaría General del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) y el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), para impulsar una política de ciencia, e innovación abierta e inclusiva en la región centroamericana, lo que reafirma el compromiso del país hacia entornos más abiertos.
No obstante, aún quedan pendientes acciones para consolidar un ecosistema de Ciencia Abierta, especialmente invertir en infraestructura y tecnología tales como un internet avanzado, computación y electrónica de vanguardia, el desarrollo de talento humano y consolidar una política nacional de Ciencia Abierta.
Es hora de que Panamá apueste por una ciencia más abierta. La colaboración entre gobierno, academia y sector privado es crucial para garantizar que el conocimiento generado en el país esté al servicio de su desarrollo. La Ciencia Abierta brinda una oportunidad para construir un futuro más justo, innovador y competitivo.
El autor es jefe del departamento de Información Científica y Tecnológica de la Dirección de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico de la Senacyt.

