Desde sus inicios, las escuelas se han convertido en instituciones que desarrollan el aprendizaje en la vida cotidiana de los alumnos y a pesar de los cambios de la sociedad, la cual nos obliga a adaptarnos a diferentes situaciones, los centros educativos se han modificado poco, reproduciendo las prácticas de una educación tradicional y jerárquica.
Es en nuestra adolescencia, y por el proceso de terminar la educación secundaria que empezamos a tomar medidas para lo que nos espera al culminar la escuela y aunque son múltiples las variables que intervienen, tenemos que responder la gran interrogante: ¿para qué nos preparamos después de graduarnos?
Es en esta etapa que llegamos a un punto de nuestras vidas en las que aparecen mil interrogantes: ¿y ahora?, ¿a dónde voy?, ¿qué haré?, las típicas preguntas con escasas respuestas. Es una decisión importante pero, de pronto, al darnos cuenta de que de ello depende nuestro futuro, hace que una nube de confusión o frustración nos cubra por completo y es que a la mayoría de los jóvenes nos abarca el mismo sentimiento, las ganas apresuradas de salir finalmente, la emoción de empezar a estudiar lo que verdaderamente nos apasiona o la prisa por trabajar y ser independiente.
No podemos negar que recibimos ayuda, las escuelas nos plantean una serie de preguntas que aparecen en un papel frente a nosotros cuando nos encontramos en la cuenta regresiva de la etapa escolar y nos dicen que a través de ella, dependiendo de nuestros intereses e inteligencia, se puede saber para qué tipo de carrera estamos aptos; pero lo cierto es que no es suficiente para determinar el futuro profesional.
Un graduando en la secundaria se prepara para “la vida de adulto”, entre presente y futuro, entre sueños y decisiones, entre lo ideal y lo posible, nos vamos haciendo mayores para ocupar un lugar en la sociedad, estableciendo la transición y trazando una trayectoria.
Cada vez aumentan más los fracasos en los exámenes de admisión para las universidades, somos más conformistas y las empresas buscan mano de obra extranjera por falta de conocimiento en el personal panameño. La pregunta aquí sería ¿el sistema educativo que ofrece nuestro país verdaderamente nos prepara para todo esto?
