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Previously on Panamá: 2025 con cliffhangers… la mina, educación y reforma fiscal

Si para el cierre de 2024 todos estábamos al filo de nuestras sillas en el salón de bingo junto con Doctor Strange y el presidente Trump, este 2025 fue una temporada de infarto de nuestra serie favorita de Netflix. Con situaciones familiares que se pusieron más complejas, como el desempleo que ronda el 10%, la informalidad y la falta de agua. Otras que generaron una ansiedad inigualable, como la reforma a la Caja de Seguro Social (CSS), pero que terminó mejor de lo que muchos esperaban. Y hasta otras que aún no sabemos cómo nos van a tratar, como la potencial reforma fiscal.

El 2025 hizo que, más que nunca, viéramos a nuestro Panamá como quien observa un castillo de naipes construido al lado de un ventilador tamaño industrial. Aun así, tratemos de imaginar cómo se podría ver esa potencial nueva temporada que nos traerá 2026.

Empecemos por el elefante de cobre en la habitación: la potencial reapertura de la mina. Desde una perspectiva económica y financiera, vemos que esta puede ser positiva y que, sin duda, podría traer un empujón rápido de empleos y la reactivación de proveedores que quedaron en pausa. Ahora bien, debemos pensar con cabeza fría y evitar tratarla como la panacea. La mina no arreglará el país; como mucho, nos dará un respiro importante y ganaremos algo de tiempo con ella. Si se reabre, esperemos que el actual gobierno haya tomado nota de lo ocurrido en la desastrosa administración anterior y procure traer transparencia al proceso, mostrando que se ejecutará con reglas claras, fiscalización real y comunicando de manera precisa cómo se utilizará el chen chen que esta deje.

Ahora, en lo que respecta al marco de la reforma fiscal, exhorto a los involucrados en su redacción a que consideren lo que mencionaba el célebre Frédéric Bastiat con su “lo que se ve y lo que no se ve”. Lo que se ve es potencialmente atractivo, como ordenar la casa, reducir lo que algunos consideran el teatro de sociedades de papel y ayudarnos a finalmente salir de la lista de la Unión Europea de países no cooperadores a efectos fiscales.

Lo que no se ve, sin embargo, es que, si se mantiene con ambigüedades, capacidad discrecional y/o crea más burocracia, el resultado puede ser menor confianza en el país, desincentivo a la inversión futura y pérdida de la inversión ya existente, lo que implicaría mayor desempleo. Hagamos bien la tarea con este tema, ya que nos jugamos mucho con él, tal y como pasó con la reforma de la CSS.

Mientras todo esto ocurre, la educación sigue siendo el rompecabezas que nuestros personajes aún no pueden resolver. Panamá puede tener un hub bancario regional, el Canal, puertos y zona franca, pero sin capital humano, sin personas realmente preparadas y motivadas, no hay forma de que las próximas temporadas tengan un final feliz. En 2026 debemos dejar de “tirarle más plata” al problema y, en su lugar, enfocarnos en optimizar la calidad de la educación mediante currículos actualizados, evaluación de docentes con base en resultados y romper con el monopolio actual sobre la educación, el cual crea estancamiento en la calidad educativa.

Panamá tiene los recursos, pero necesitamos asegurar la libertad de elección de escuelas y metodologías de enseñanza. Quién sabe, capaz la entrega de recursos vía vouchers educativos nos pueda ser de utilidad para resolver este rompecabezas.

Por otro lado, la subtrama del Canal y el agua pasará a ser parte de la trama principal de esta temporada. El plan de inversión anunciado para modernizar la ruta y los proyectos para asegurar el acceso al agua —lo cual incluye Río Indio— no son un lujo, son infraestructura crítica. Y junto con otros grandes proyectos de infraestructura vial ya anunciados, el 2026 verá poderosas inversiones que esperemos tengan la transparencia necesaria para evitar la corrupción, así como la visión para generar empleo y riqueza de manera sostenible.

Podríamos continuar hablando de los potenciales giros que puede tomar la temporada, pero tratar de prever todas las tramas enredaría tanto a los lectores como a los directores de Netflix. Lo que hay que tener claro es que el 2026 debe depender menos de soluciones mágicas y más de acciones reales. Menos narrativa y más ejecución. Y que esa ejecución venga acompañada de instituciones que funcionen y generen la confianza necesaria para que nuestro país sea un destino donde invertir y trabajar resulte altamente atractivo.

De esta manera, dejaremos atrás las temporadas que nos asociaban con ciertos “Papeles” y empezaremos a escribir una nueva historia en favor de nuestra querida Panamá.

El autor es miembro de la Fundación Libertad.


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