Propulsor del cultivo de arroz

Cuando el distrito de Penonomé llegó a ser el mayor productor del grano básico del panameño, el arroz, entre las décadas de los 60 y 80, destacó en el horizonte agropecuario un hombre emprendedor. A pesar de sus raíces y educación —de padre norteamericano y madre panameña, educado profesionalmente en los Estados Unidos—, se empoderó como el primer y más sólido apoyo para los agricultores pioneros que, en busca de bonanza, se lanzaron a la riesgosa tarea de producir arroz en la zona central del país. Me refiero a Roberto Eduardo Healy Quelquejeu, mejor conocido como Bob Healy.

En aquellos años, aún no se había consolidado un sector bancario que se atreviese a incursionar en el campo con tanto empeño como él lo hizo. Healy estableció su hogar junto a su distinguida esposa, Carole Watkins, en las praderas de San José de El Coco. Fundó uno de los primeros molinos de arroz a nivel nacional, llegando a ser el primer presidente de la Asociación Nacional de Molineros de Panamá, y creó una infraestructura de apoyo a los arroceros, generando empleo para una gran cantidad de coterráneos y extranjeros.

Lo que lo distinguió fue su don de gente: de carácter firme pero afable, con una gran capacidad de desprendimiento, que lo llevó a donar los terrenos para la construcción de las instalaciones del actual IFARHU en Penonomé. Otra de sus cualidades destacables fue su coraje. En una época donde no existía el Seguro Agropecuario, se atrevió a ofrecer financiamiento, insumos y equipo agrícola (semillas, fertilizantes, agroquímicos, tractores y cosechadoras) con la sola promesa de pago a futura cosecha a una gran cantidad de medianos y pequeños productores. Sin su visión, muchos de ellos no habrían podido cultivar sus tierras.

En 1987, el Gobierno Nacional le confirió la Orden Vasco Núñez de Balboa en el grado de “Gran Oficial”. En esa ocasión, Healy pronunció la célebre frase: “No es función del Estado producir, es función del Estado crear infraestructuras, transferir tecnología y propiciar el clima de tranquilidad para el desarrollo de la empresa privada”.

Si los productores de arroz de la zona central del país no hubiesen contado con el impulso de un personaje como Bob Healy, es probable que hoy no se mantendría la tradición de este cultivo, tan importante para el panameño.

Hoy, cuando la producción de arroz se debate entre los bajos rendimientos nacionales —que no cubrirán las necesidades de consumo ni a mediano ni a largo plazo— y las importaciones, es momento de reflexionar sobre el enfoque adecuado que se le debe dar a este rubro, tal como en su momento lo hizo Bob Healy.

Bob Healy falleció a la temprana edad de 55 años, dejando un legado imperecedero en nuestra agricultura.

El autor es ingeniero agrónomo


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