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RELACIONES INTERNACIONALES

¿A qué se debe la próxima visita del presidente Xi Jinping a Panamá?

Tal como reportan los medios, es probable que en el mes de diciembre Panamá reciba a Xi Jinping, el hombre de los 12 cargos, entre los cuales concentra los tres principales: secretario general del Comité Central del Partido Comunista, presidente de la Comisión Militar Central y presidente de la República Popular China. Con la llave de estos tres candados, el primus supra pares del siglo XXI de China controla dictatorialmente todas las fuerzas del régimen: Partido, Ejército y Estado; condición que recientemente fue refrendada como eterna, desbordando incluso, el poder omnímodo de Mao Tse Tung.

La visita en cuestión, cargada de simbolismo, dará cuenta del grado de sumisión, que gobierno y sector económico de país alguno demuestre ante el emperador de todas las Chinas, que como semidiós, será tratado por quienes consideran que sus intereses personales constituyen los intereses del Estado panameño.

Ciertamente, lo que aparenta ser una visita de rutina de un mandatario de un país a otro, en realidad no lo es, y peor aún, es palpable que la opinión pública, no haya logrado calibrar el significado profundo de la misma. ¿Acaso es normal que un Donald Trump, Vladimir Putin, Ángela Merkel o Emmanuel Macron visiten Panamá? Es ostensible que no. Ningún mandatario de ese nivel, por más que los nuestros se desvivan en invitarlos, como en efecto, antes y ahora lo han hecho, siquiera lo consideran. ¿Cómo es posible, entonces, que un jefe de Gobierno o de Estado de la Conchinchina, como decían nuestros abuelos, por su lejanía, se digne visitarnos? Alguna (s) explicación (nes) de suficiente peso debe tener para dignarse a desplazarse desde tan lejos hasta este país.

Harto conocido es que Panamá no constituye ejemplo de gran o mediana potencia; ni descolla en desarrollo económico o tecnológico; entonces, aparte de la ventaja comparativa, que constituye su posición geográfica; cuáles podrían ser las nuevas ventajas competitivas, que en calidad de valores agregados podríamos exhibir o “extras”; que si azuzamos el entendimiento, todavía pueden comercializarse de nuestra posición geográfica, pero que aún no hemos tenido la lucidez de descifrar y que son tan trascendentes como para obligar al gobernante de una gran potencia, hacer lo que ninguno de sus semejantes en importancia haría: desplazarse 15 mil 004 km hasta Panamá para evocarlos.

A mi juicio, varias son las causas capitales que motivan esa visita, algunas de las cuales probablemente ningún competidor de China, siquiera ha vislumbrado en el horizonte. La primera razón es, sin duda, la posibilidad de construir el cuarto juego de esclusas en el Canal, lo cual a través del soborno del gobierno de entonces, le permitirá endeudar el país y, por tanto, hacerse por osmosis del Canal actual, sin necesidad de referéndum.

La segunda, constituirse en el dueño absoluto y con pago simbólico de la Zona Libre de Colón, objetivo a cumplirse en corto plazo, pues ya domina el 43% de la misma, lo que la convertiría en la propietaria gratuita de las dos principales zonas francas del mundo: la de Hong Kong y la de Panamá.

Tres, profundizar el usufructo exento de pago de nuestra posición geográfica, con presencia preponderante, en el área adyacente al Canal de Panamá, con la construcción de nuevos puertos, plantas de procesamiento y centros logísticos, orientando el desarrollo de la región, hacia una especie de Silicon Valley chino en Panamá. Más aún, de ser necesario, acaparar otras áreas del país para la construcción de otros tipos de canales, en este caso secos, entiéndase: ferrocarril, oleoducto o autopistas, que atraviesen de norte a sur la república; todo lo cual a la postre le permitirá influencia, por no decir control definitivo de Panamá, más allá del ámbito económico.

Cuarto, hacer lo que ningún gobierno extranjero (Corea del Sur, Canadá y otros), ni panameño ha intentado en firme realizar desde la época del gobierno de Omar Torrijos y que terminó en un estrepitoso fracaso por la férrea oposición de grupos económicos ideologizados y de los aborígenes del occidente del país, que arropados en la supuesta defensa del medio ambiente, frustraron. Me refiero a la explotación de la mina de cobre de Cerro Colorado, presumible veta cuprífera más importante que la de Chile. En esta oportunidad, la mira de China estará en ese activo, respecto al cual, los que entonces se opusieron, ahora aplaudirán, víctimas del cebo económico.

Quinta y la más importante, la construcción de un nuevo canal por el istmo de Panamá, en reemplazo del que pretendían construir por Nicaragua (99 años), el cual, en caso de una escalada en las relaciones entre China y Estados Unidos; estaría libre de los peligros que impone, la verosímil invocación por Washington de la Condición 1 o Reserva De Concini, al Tratado de Neutralidad, la cual, con el argumento de que el tránsito de buques de guerra chinos interfieren en el funcionamiento del Canal; Estados Unidos está en capacidad legal de prohibir su utilización por parte de Pekín.

El autor es profesor titular de Relaciones Internacionales de la UP.


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