Ser del campo o nacer campesino en medio de la pobreza es prácticamente un desafío cuando se tienen sueños o metas de superación. Ello supone una asunción de riesgos que te hacen elegir entre arriesgarte o desistir y estancarte para siempre. Sin embargo, en un diminuto punto de la geografía panameña (comunidad de Achiote) se yergue un humilde, altruista y motivador proyecto denominado “Esperamos de ti que logres tus metas”.
No hay otro lugar de la costa abajo de Colón en el que campesinos comunes y corrientes, de manera desprendida, organicen año tras año un homenaje a los jóvenes de las distintas comunidades del corregimiento de Achiote, que con esfuerzo y apoyo de sus padres alcanzan a graduarse del bachillerato. Motivar a los jóvenes graduados a seguir sus estudios universitarios y profesionalizarse es el objetivo primordial de este humilde proyecto. Se inicia en 2011, con 6 jóvenes agasajados. Este 2017 fueron 16. En total, 80 estudiantes han tenido esta motivadora experiencia.
Luis Borbúa y su esposa la maestra Olga Cruz, Einar Pinzón y su esposa Yaravis Montenegro, entienden e intentan inculcar a todos estos jóvenes que su preparación y profesionalización garantizará mejores días y progreso a su pequeña comunidad: Achiote. No hay segundas ni terceras intenciones, mucho menos politiquería, son personas humildes, de actuar altruista, que trabajan en silencio y dejan que el éxito hable por ellos.
Con recursos propios y el apoyo de amigos logran organizar una ceremonia simple y sencilla, pero con gran calor humano, para homenajear el esfuerzo. El aula más grande de la pequeña escuela de Achiote es el escenario que guarda las experiencias de sacrificio, amor y entrega de los humildes padres campesinos para con sus hijos, narradas por ellos. Además de las expectativas y metas futuras de los chicos.
Una trova improvisada desde lo profundo del alma, cual gozo campesino, emerge de una madre orgullosa que, en décima, agradece a Dios por el logro de los muchachos. Para los congratulados, un reencuentro con compañeros de la escuela, un brindis con champagne, obsequios, fotografías, camaradería y familiaridad entre los presentes. Toda una experiencia conmovedora en la que retener las lágrimas y palabras de agradecimiento, es casi imposible.
Este íntimo, exclusivo y esperanzador proyecto que Dios puso en el corazón de su humilde gestor (Luis Borbúa), promueve el esfuerzo como medio excepcional que abre posibilidades y crea caminos para lograr sus metas. Así, en un futuro, a mediano o largo plazo, que puedan aportar toda su sabiduría para el engrandecimiento de sus comunidades, aportando soluciones a las problemáticas más acuciantes.
En un pequeño país como el nuestro, al que la politiquería, la corrupción, las injusticias y desigualdades sociales mancillan a escalas impensables, hay gente que en su pobreza material entiende que el hijo de Dios, en medio de la grandeza del Padre, nació en un humilde pesebre; y que por tanto, con pequeñas cosas por amor al prójimo, podemos engrandecer a nuestras comunidades y a nuestra patria.
El autor es docente

