El “incesto académico” (fenómeno también conocido como “endogamia académica”) denota una práctica académica y administrativa que se da en las universidades. A través de esta práctica, se suele contratar o preferir como docentes y/o administrativos a los egresados de esos mismos centros de estudios.
En analogía con el incesto o la endogamia biológica, se afirma que el incesto académico resultó pernicioso para las universidades, pues propicia una forma de nepotismo en la que los profesores y administrativos favorecen a sus propios alumnos y colegas, por ende, sus mismas ideas,afinidades, intereses y/o posturas políticas,
El problema, empero, no es tanto que la universidad contrate a algunos de sus egresados o que los alumnos o colegas tengan las mismas ideas o posturas políticas que sus mentores. El problema radica cuando el cuerpo docente promovido y contratado por sus antiguos profesores no logra un nivel de competencia superior (o al menos similar) al de sus previos maestros; es decir, cuando los nuevos docentes se mantienen por debajo del nivel de quienes fueron sus profesores, en sus propias especialidades. Esto afecta el progreso y la excelencia académica.
Evitar el incesto académico, es decir, contratar a un personal docente nuevo y ajeno a los mismas ideas, intereses o afinidades políticas, a la vez que con un nivel superior de formación académica, nutriría a la universidad con nuevos conocimientos y experiencias, que enriquecería su pluralidad ideológica y producción investigativa, lo cual es el ideal de toda institución universitaria realmente autónoma, democrática e innovadora.
En Estados Unidos (para poner un ejemplo que conozco bien), el incesto académico es bastante raro, prácticamente inexistente. Las universidades no suelen contratar a sus propios egresados salvo en casos muy excepcionales. La regla general para los docentes es trabajar en una universidad diferente de la cual se gradúan. Y esa universidad en que laboran suele estar por debajo del ranking de la universidad de la cual egresaron. También sucede que quienes estudian un pregrado no suelen continuar su posgrado en la misma universidad, sino en otra. Con esto se evita tener como profesores del posgrado a los mismos profesores del pregrado, que es precisamente una de las formas en que se gesta el incesto académico.
Al tener nuevos profesores, con diferentes ideas y otros estilos de exposición, evaluación y/o en un entorno institucionalmente distinto, el estudiantado se enriquece intelectual y existencialmente. Lo mismo vale al tener nuevos compañeros de estudios, de lenguas, países y culturas distintas. Por eso es tan importante la denominada movilidad estudiantil (y la del profesorado), en que se facilitan oportunidades de estudio en diversos países por cierto período de tiempo. Esto expone tanto a estudiante como profesores a nuevas perspectivas, en que se refresca, renueva y mejora la formación recibida en un primer momento, en el país en que iniciaron los estudios.
Por todo lo anterior, debemos evitar el incesto académico. Análogamente a lo que sucede en el incesto biológico, las nuevas generaciones que surgen de aquel incesto fomentan “taras académicas”, que resultan en una docencia mediocre y una investigación que, menos que pobre, se halla prácticamente en la indigencia, si cabe la expresión.
El autor es docente de la UP
