¿Qué queda de la obra de Bolívar? “Su heroica epopeya libertadora a través del continente emancipado por él”, opinó en su momento Bartolomé Mitre, expresidente de Argentina.
Cuando se cumplen 197 años de la celebración del Congreso Anfictiónico en la ciudad de Panamá, repasamos algunos de los precedentes que trascendieron a la prominencia de la visionaría unidad continental de Bolívar.
El primer cónclave de jóvenes países latinoamericanos fue calificado como “anfictiónico”, tomando como referencia a la anfictionía griega. Bolívar argumenta que Panamá era lo que el istmo de Corinto fue para los griegos, quienes consideraban que era una destacable confederación de antiguas ciudades helénicas, dispuestas para interés general.
Bolívar nunca llegó a visitar esta tierra istmeña. Ello no demerita su visión cosmográfica de la importancia de Panamá, inspirado en los principios de igualdad, libertad y fraternidad de la Revolución Francesa (1789-1799). Es considerado, también, como el primer pensador y estadista internacional que produjo el continente. Ilustrado de las visiones europeas, el Libertador conocía el panorama político en Europa y sabía de aquellos planes del Viejo Mundo con relación a un territorio de ultramar poco atendido.
En su Carta de Jamaica -1815-, Bolívar recoge las ideas de una reunión en Panamá. “Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra”, decía el escrito dirigido al británico Henry Cullen, dando origen al pronunciamiento más contundente de Bolívar, a fin de alcanzar la cooperación inglesa para intentar conseguir la libertad hispanoamericana. Octavio Méndez Pereira se refiere a esta carta como “la Carta Magna de nuestro derecho público”.
En virtud del clima político - en medio de las constantes amenazas de una reconquista-, se convocó al Congreso de Panamá (1826) para formar una asociación de Estados americanos. A partir de este congreso, se consignarían tres pilares fundamentales que trazarían la ruta del siglo XIX: que las jóvenes repúblicas estarían exentas a cualquier forma de colonización; que se mantendría su espíritu soberano y de independencia, y que se procuraría la escalabilidad del proyecto de reunión, pues habría reuniones periódicas para darle continuidad a lo acordado durante el Congreso. Se destaca que todas las noveles repúblicas recibían un tratamiento igualitario, desde México hasta Chile y Argentina.
¿Qué nos queda de la figura de Bolívar? En este punto, es menester hacer un ejercicio de introspección. Quien se apersone al Casco Antiguo de Panamá le es difícil estar ajeno a la figura de Bolívar: desde el monumento en su homenaje, única estatua del Libertador en traje civil, hasta la sala capitular donde hace 197 años estarían deliberando los plenipotenciarios sobre el futuro del continente.
Vale la pena preguntarnos, casi dos siglos después, sobre el legado de esa visionaría “solidaridad continental”. Corresponde atender prioridades como lograr la eficacia de organismos multilaterales como el Parlamento Centroamericano y superar los desafíos que podríamos tener los pueblos latinoamericanos en cuanto a nuestras fronteras, consecuencia de las migraciones continentales, a fin de superar con éxito los retos del nuevo milenio.
La visión de Bolívar estuvo adelantada a su época. Bajo el mismo espíritu, en el siglo XX se crearían la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA). Esta visión ofrece un campo de oportunidad para el fortalecimiento de nuestras democracias. Poder vincular nuestra historia al presente hará posible empezar a construir soluciones duraderas a retos centenarios que nos afectan aún hoy.
Nosotros, los jóvenes, estamos llamados a fortalecer las relaciones entre los países latinoamericanos, inspirados en el poder de la unidad regional, sobre una base de paz, de hermandad y de diálogo, en lugar del uso de la coerción y de la fuerza, apelando siempre a los principios de unidad que tuvieran su génesis en el Congreso de Panamá.
El autor es egresado del LLAC 2021 y miembro de Jóvenes Unidos por la Educación
