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¿Qué pasa?... ¡Nada!

Literalmente significa que cualquier cosa que hubieras dicho o realizado incorrectamente, ¡no pasa nada! Carece de importancia. Es indiferente. Aunque esté mal, no tiene trascendencia alguna.

En inglés: “What’s up?... Nothing!”, porque ya no sabemos si nuestro idioma es el inglés o el español. La impotencia… ¡es absoluta!

En conferencia de prensa, realizada en la Ciudad de Panamá, a consecuencia de la presencia en nuestro país del secretario de Defensa de los Estados Unidos, Pete Hegseth, cuyo rol protagónico fue evidente —dejando a nuestro ministro de Seguridad, Frank Ábrego, en un plano secundario, sin mayor interés por parte de la prensa—, nos enteramos de que se procedería a firmar un memorando de entendimiento, cuyo tenor desconocemos, y una declaración conjunta con el Canal de Panamá, cuya explicación, después de firmada, la dio el flamante ministro del Canal, José Ramón Icaza. Habló de un “costo neutral”.

¿Qué será eso? Dijo que las naves y barcos estadounidenses y panameños tendrían un “first and free”.¡Interpreta esta frase!

¿Y qué pasa con el Tratado de Neutralidad existente? ¿Se incumple? ¡Dios, cuánta incertidumbre!

No hay una explicación congruente. ¿Dónde está el Presidente y su Gabinete ante este acto tan trascendental? ¡Ah! Perdón… olvidaba que el Presidente estaba sentado entre el ministro de Seguridad de Panamá y el secretario de Defensa de Estados Unidos, como testigo mirón de la firma del memorando de entendimiento que, parece, ni él mismo entiende.

¿Dónde estaba el ilustre Gabinete de ministros?Este ilustre Gabinete, a estas alturas del partido, no le ha presentado a su jefe, el presidente, las demandas formales y oficiales sobre las “bellezas” que, según ellos, encontraron en sus respectivos ministerios, y mucho menos al Órgano Judicial.

El mismísimo presidente los cuestionó públicamente. Pero se nos olvida que vivimos en el país del ¡no pasa nada!

El que debe enderezar y poner orden está, como ‘Horacio, perdido en el espacio’. ¡Qué va! Otra vez, no contamos con un liderazgo en la presidencia.

El 34% de la población con derecho a votar, ¡se volvió a equivocar!

Los ministros, en su mayoría, parecen fantasmas. Están en un silencio sepulcral.¡No se les oye! ¡No se les ve!

No existe coherencia entre ellos. Los que salen a dar explicaciones —y encima con groserías, tal cual su jefe— lo hacen porque han sido cuestionados por la prensa. Entonces aplican el síndrome de la naranja: trabajan con presión. La naranja, para producir jugo, se presiona. ¡Así trabajan!

¿Saben por qué? ¡No existe el liderazgo presidencial! Ser líder es actuar de manera que se inspire a un grupo hacia un fin común. Eso se logra cuando se gana la confianza del grupo. La confianza se construye con los hechos, no con las palabras que se las lleva el viento.

El liderazgo tiene características clave, que son:

Empatía: conectar con las emociones de los demás. Nuestro presidente, en sus conferencias de los jueves, ha dicho reiteradamente que no le importa lo que los demás digan o piensen de él. “Él es el presidente y punto”.

Comunicación: expresarse correctamente y escuchar las opiniones de los demás, sin imposiciones. Nuestro presidente, a cada rato, se mofa e impone su criterio. Calla a los periodistas y les dice que son irrespetuosos en su casa: la Presidencia.

Visión: ver con claridad las metas e inspirar a su Gabinete a alcanzarlas. Nuestro Presidente desconoce cuáles son las metas, porque siempre dice “yo no sé, pregúntenle a tal persona, que es a quien le corresponde ese asunto”.

Responsabilidad: asumir los logros y, sobre todo, los errores. Nuestro Presidente no asume los errores, porque para él ¡no pasa nada!

Ejemplo: actuar con claridad y coherencia. Nuestro presidente actúa —él y su Gabinete— con secretismos o, como dijo alguien, “por detrás de la cortina o debajo de la mesa”.

Definitivamente no tenemos ese líder tan ansiado como presidente, ni un gabinete de ministros que nos defiendan tanto nacional como internacionalmente. Andamos “algaretes, manga por hombro”. Estamos huérfanos. No tenemos un gobierno creíble.

Necesitamos un presidente con su buen gabinete, que nos cuiden y guíen como buen padre de familia.¡Asuman bien el rol para el que fueron escogidos y nombrados! ¡Dejen ya el “no pasa nada”!

La autora es arquitecta.


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