El reciente triunfo de Panamá en la III Copa América del Queso 2025, celebrada en Huánuco, Perú, donde un queso de cabra tipo Chèvre Bouche, elaborado en la cabecera del río Indio —entre Cirí Grande de Capira y La Mesa de El Valle de Antón—, se alzó con la Medalla Súper Oro y el título de Mejor Queso del continente entre 1,400 muestras, no solo es motivo de orgullo nacional. Es, sobre todo, una prueba tangible del potencial competitivo de nuestro país en la producción láctea y quesera.
Este galardón internacional confirma lo que productores, artesanos e industriales del sector venimos señalando: Panamá cuenta con el talento humano, la materia prima y las condiciones necesarias para destacar en la elaboración de quesos de especialidad, incluso frente a países con tradición milenaria.
El reto ahora es estratégico. Nuestro país continúa siendo altamente dependiente de la importación de quesos maduros y fermentados con cultivos lácteos y mohos —como camembert, brie, quesos azules y gorgonzola, entre otros—. Estos productos, demandados por consumidores de ingresos medios y altos, así como por hoteles y restaurantes, representan una fuga constante de divisas.
Producirlos localmente conlleva múltiples beneficios:
Sustitución de importaciones: reduce la dependencia externa de materia prima e insumos y fortalece la balanza comercial.
Innovación local: impulsa el desarrollo de cultivos y fermentos propios adaptados al trópico panameño, generando oportunidades profesionales, técnicas y científicas.
Impulso al sector artesanal y MIPYME: permite crear productos únicos y diferenciados que pueden convertirse en marcas reconocidas.
Proyección cultural y turística: integra los quesos a la identidad gastronómica panameña, como ya ocurre con el café, las cervezas artesanales y el ron.
El sector industrial, por su parte, tiene la capacidad de escalar la producción y garantizar niveles de estandarización acordes con diferentes escalas, complementando la innovación artesanal. Si ambos niveles cooperan, Panamá podrá construir un ecosistema quesero robusto y competitivo.
El triunfo en Huánuco no debe quedar como una anécdota. Debe convertirse en el punto de partida para una política público–privada que apueste por la investigación, la formación técnica y la promoción de quesos panameños de especialidad. Panamá puede y debe aspirar a contar con sus propias denominaciones de origen, inspiradas en mohos y fermentos autóctonos, y conquistar mercados internacionales con productos de identidad tropical y sabor global.
Hoy, el queso panameño ya demostró que puede ser el mejor del continente. Ahora es momento de transformar ese hito en una estrategia nacional de desarrollo agroindustrial, cultural y económico.
El autor es MBA, empresario y pequeño productor agroindustrial.

