Durante mis años de servicio y con el paso del tiempo en el estudio de la estrategia de seguridad, no había percibido un temor más marcado hacia el uso de ciertos términos, como seguridad nacional y defensa. A ello se suma la multiplicidad de interpretaciones sobre el sentido y alcance de la soberanía, que, según la conveniencia de quien la invoque, se utiliza con un tinte sensacionalista y un sabor patriótico, bajo un enfoque idealista.
Prefiero pensar que ese temor al qué dirán, a una mala interpretación o a una acusación injusta de militarizar la seguridad, forma parte de un proceso hacia la madurez institucional. Panamá va afianzando sus estructuras con el propósito de superar los temores históricos y situarse en un contexto actual y real.
Panamá tiene la responsabilidad moral de encargarse de la seguridad de su población, de proteger la integridad territorial y de garantizar la paz que su democracia requiere para existir. Esta labor debe considerar las lecciones del pasado, sin dejarse arrastrar por la fobia histórica que nubla el sentido común y frena la construcción de una seguridad moderna —sea nacional, pública o humana—.
Soberanía: ámbito exterior e interior
En el año 2000, con la salida de las fuerzas militares de Estados Unidos, Panamá dejó atrás una soberanía limitada y alcanzó una soberanía plena: la capacidad de ejercer autoridad y poder para hacer cumplir sus leyes en todo el territorio nacional. La soberanía no se refiere únicamente a la ausencia de injerencias extranjeras, sino también a la capacidad interna del Estado para ejercer autoridad y control territorial.
Esta se manifiesta en dos ámbitos:
Exterior: la legitimidad internacional, es decir, el reconocimiento y aceptación de Panamá como Estado independiente por parte de la comunidad internacional.
Interior: la potestad legítima de ejercer autoridad y control dentro del territorio para contrarrestar las amenazas que afectan a la seguridad de la población, la integridad territorial y la paz que la democracia necesita para sostenerse.
Soberanía actual: enfoque realista
Desde un enfoque idealista, se asume que vivimos en una comunidad de Estados cooperativos, guiados por normas comunes y por el respeto mutuo a la soberanía. Bajo esa óptica, también se presume que el Estado puede ejercer plenamente su autoridad en todo el territorio.
Sin embargo, el enfoque realista muestra otra cara. Panamá forma parte de un mundo marcado por una gran competición por el poder, un desorden político y económico creciente, y la proliferación de armas de destrucción masiva y tecnologías sin regulación, que amenazan la existencia de los Estados. En ese escenario, la soberanía, por sí sola, resulta insuficiente.
A nivel interno, muchos Estados enfrentan una situación de desventaja frente al crimen organizado, cuyas estructuras superan en capacidad operativa a las del propio Estado. México, Venezuela y Colombia son ejemplos visibles. Lo más preocupante es que estas organizaciones ven a Panamá como un espacio vital para sus fines, y el Estado panameño carece de presencia efectiva y control total sobre su territorio.
La responsabilidad de conservar la legitimidad internacional y la capacidad de ejercer autoridad en todo el país corresponde únicamente a los panameños. Por ello, la seguridad y defensa de nuestros intereses nacionales constituye una de las formas más directas de ejercer soberanía.
Conclusión
El desarrollo de una seguridad cooperativa con otros Estados no debe percibirse como una amenaza a la soberanía. Al contrario, fortalece las capacidades del Ministerio de Seguridad Pública (Minseg) y contribuye a garantizar la autoridad y el control necesarios para una soberanía efectiva.
El autor es abogado, magister en seguridad y defensa.
