La educación en Panamá se encuentra relegada a un segundo plano, sin el protagonismo que merece. Es crucial otorgarle la prioridad necesaria, situándola en el centro de la agenda nacional. Los desafíos del sistema educativo tienen un impacto humano directo: niños, niñas y jóvenes sufren las consecuencias de infraestructuras escolares inadecuadas, deserción y deficiencias de aprendizaje. Esta realidad afecta profundamente el propósito mismo del sistema educativo.
Existe una carencia de enfoque en la formación integral de los estudiantes y el desarrollo de habilidades prácticas. En Panamá, la educación tiende a enfocarse principalmente en lo académico, descuidando la formación integral de los ciudadanos, la enseñanza de los derechos humanos y la meritocracia en el plan de estudios. Además, se observa una debilidad en la educación técnica, cuyos contenidos no preparan adecuadamente a los estudiantes para los niveles competitivos requeridos en el mundo laboral y en la sociedad global. Es esencial revisar y reformar los planes de estudio y las metodologías de enseñanza para mejorar la calidad educativa y preparar a los estudiantes de manera integral y efectiva.
Según datos del Ministerio de Educación (Meduca), la cifra de deserción escolar es de 9,145 estudiantes durante el año escolar 2023. Esta cifra refleja que un 1.3% de los alumnos se desvincularon de sus estudios y abandonaron las escuelas. Además, unos 20,731 estudiantes repitieron de nivel, colocándolos en situación de vulnerabilidad educativa, al igual que aquellos que pierden materias.
Este vacío en la formación de los estudiantes los priva de adquirir conocimientos, habilidades y actitudes esenciales para desenvolverse en una sociedad democrática. Como resultado, no pueden desarrollar un pensamiento independiente y crítico, adoptar principios éticos, mostrar interés por asuntos públicos o contribuir a la construcción de una sociedad basada en el respeto, la transparencia, la cooperación y la libertad. Es crucial abordar este problema de manera urgente para evitar mayores repercusiones en el desarrollo y bienestar de los jóvenes y en el futuro de la nación.
Es necesario integrar la formación en competencias básicas con la educación técnica a través de trayectorias curriculares que ofrezcan diversas opciones educativas. La mejora en la calidad de la comprensión lectora, matemáticas y ciencias es crucial ante el notorio déficit en estas áreas, como lo demuestran los resultados de las pruebas PISA. Panamá ocupa el puesto 74 de 81 países evaluados. Panamá obtuvo 357 puntos en matemáticas, 392 en lectura y 388 en ciencias, según el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esto refleja que nuestro país tiene una brecha educativa desde las primeras etapas escolares, lo que afecta a una educación técnica e integral.
Aunque existen programas que ofrecen oportunidades de formación dual, se necesita una mayor cobertura y cambios legales y organizativos en el sistema de formación como parte de una estrategia para la formación técnica profesional. Mejorar la educación es esencial para el desarrollo y progreso del país, lo que implica garantizar una trayectoria académica continua y participativa que promueva el desarrollo integral del estudiante. La innovación educativa, centrada en el aprendizaje, evaluación y seguimiento, es crucial para que el aprendizaje se convierta en una herramienta que contribuya al desarrollo del conocimiento y habilidades esenciales, al aprendizaje continuo y a la adaptación a los cambios.
La educación es el pilar sobre el cual se construye el futuro de Panamá. Es necesario concebir una transformación educativa que integre habilidades, capacidades y creatividad, uniendo conocimientos y valores esenciales para enfrentar con éxito los desafíos actuales y alcanzar altos niveles de aprendizaje y competitividad.
La educación técnica e integral sienta las bases para que los ciudadanos comprendan la compleja relación entre la ciencia, la tecnología, lo social, económico, político y cultural. De esta manera, en el futuro, independientemente de su campo de actividad, contarán con las herramientas necesarias para insertarse en el mundo productivo y participar en la toma de decisiones que contribuyan a construir una sociedad más equitativa, saludable y humana.
El autor es miembro de Jóvenes Unidos por la Educación.
