En Panamá, las mujeres privadas de libertad representan el 7% del total de la población penal. Constituyen un grupo minoritario dentro del sistema penitenciario, pero altamente vulnerable desde el punto de vista psicosocial. Se trata de una población históricamente invisibilizada, cuyas trayectorias suelen estar marcadas por violencia, precariedad económica y oportunidades limitadas de desarrollo personal.
En este contexto, a través de un voluntariado en psicología realizado con NiMu Panamá, organización orientada a la promoción del bienestar de la niñez y la mujer panameña, se desarrollaron sesiones psicoeducativas con mujeres del Complejo Penitenciario Nueva Esperanza, en Colón. El programa abordó temáticas como manejo emocional, comunicación y proyectos de vida, con el objetivo de fortalecer recursos personales y aportar una mirada más humana a la resocialización.
Esta experiencia permitió conocer a mujeres que despliegan múltiples fortalezas, destacando especialmente la resiliencia, entendida como la capacidad que tiene un individuo para lograr resultados positivos a pesar de haber estado expuesto a experiencias adversas significativas. En el contexto penitenciario, este concepto adquiere especial relevancia, al desarrollarse dentro de un entorno hostil que, al mismo tiempo, priva de la libertad física y resguarda historias de vida marcadas por la adversidad.
La resiliencia en las mujeres privadas de libertad se manifiesta de diversas formas. Durante las sesiones se observaron iniciativas de emprendimiento impulsadas por las internas entre compañeras, tales como servicios de cuidado facial, aplicación de uñas y pestañas. Esto refleja una perspectiva centrada en sus fortalezas y capacidades, abriendo la posibilidad de proyectarse hacia el futuro y otorgar significado a las experiencias vividas.
Fueron identificados factores internos como fortaleza personal, participación voluntaria en las actividades, optimismo y sentido del humor, utilizados como estrategias de regulación frente al estrés cotidiano. A nivel interpersonal, se evidenciaron habilidades de diálogo para la solución de conflictos, construcción de relaciones positivas y capacidad de analizar las situaciones antes de actuar. Entre panameñas, las risas y las bromas son diarias. En el mismo sentido, manifiestan su creatividad a través del dibujo y diversas actividades culturales.
No obstante, el sistema penitenciario presenta limitaciones estructurales que dificultan este tipo de intervenciones. Por ello, resulta necesario fortalecer y adaptar los programas de salud mental al contexto penitenciario, como eje central de las políticas públicas en esta materia, con un enfoque integral, ético y orientado a la reinserción social.
Las autoras son estudiantes de Psicología de la Universidad de Panamá y abogada penalista, fundadora de NiMu Panamá, respectivamente, para Ciencia en Panamá.



