Ana es madre, profesional. Le encanta hacer ejercicios y aprovecha cada vez que puede para una buena rumba. Un día se encontró una bolita en la mama y le escribió a un amigo doctor, quien le recomendó ir donde su ginecóloga para un examen completo. Tras examinarla, la doctora confirmó la masa y recomendó una biopsia para descartar cualquier tumor maligno. Además, le ofreció un perfil genético de última generación para saber si tenía alguna mutación de alto riesgo para cáncer.
En pocos días tenían el diagnóstico de cáncer de mama con su mutación y cita con el oncólogo para armar un plan agresivo de tratamiento. Este es un caso real con un nombre falso para proteger la identidad del paciente. Ojalá todos los casos de cáncer fueran como el de Ana. Sin embargo, la realidad de Panamá es otra.
El registro nacional de cáncer de Panamá reportó un aumento de la mortalidad por cáncer de mama de 12% en los últimos cinco años. Esto significa que, a pesar de años de campañas masivas, distribución nacional de mamógrafos subutilizados y compromisos de las autoridades, las muertes por este cáncer no disminuyen.
No todo son malas noticias. Si detectamos a una paciente con cáncer de mama en etapa temprana hay una supervivencia de 99%, que en etapa avanzada baja hasta 30%. Esto es fantástico conociendo que dos de cada tres tumores de mama pueden ser tratados con éxito, si son diagnosticados y tratados a tiempo. Aunque no haya datos publicados al respecto en Panamá, podemos asumir (muy educadamente) que los pacientes llegan temprano, pero demoran en recibir tratamiento y esto aumenta su riesgo de muerte.
La clave está en conectar diagnóstico, referencia a especialista y tratamiento temprano. El primero se logra mediante campañas de educación y empoderamiento a mujeres para que se hagan su autoexamen y tengan acceso a mamógrafos que se usen a máxima capacidad. Esto, conectado a una red de atención primaria que refiera los pacientes eficientemente como lo hace la Asociación Contra el Cáncer (Ancec), permite que el paciente sea atendido en el Instituto Oncológico Nacional en menos de ocho semanas. Y, por supuesto, que cuando lleguen haya tratamiento para las etapas tempranas del cáncer. Con esto podremos controlar la epidemia de cáncer.
El autor es médico, investigador en salud pública e integrante de Ciencia en Panamá

