En el libro de los Proverbios, atribuido al Rey Salomón, se encuentra el canto del Eshet Jail: “¿Quién puede hallar una mujer virtuosa? Pues es más valiosa que las perlas. El corazón de su esposo confía en ella y él no carecerá de fortuna”.
Rubén Abadi, el menor de once hermanos, nació en Manchester, Inglaterra, el 14 de noviembre de 1931. Su vida, como la de muchos judíos, se desarrolló en un periplo por diferentes continentes. Su familia se estableció en Colombia y construyó un emporio textil. Es quizás por ello que Rubén, el pequeño, lógicamente estudió algo relacionado con la industria a la que pertenecía su familia. Se graduó de ingeniero textil, aprendiendo el oficio desde la base, y por ello siempre poseyó una máquina de coser.
Conoció a Esther Watson Sasso durante las festividades de Purim (carnaval), cuando ella, con 15 años, fue coronada como su antecesora la “Reina Esther”. Tal y como continúa el cántico del Eshet Jail, él la encontró más valiosa que las perlas.
Fue por ella, militante de la Cruzada Civilista y del Partido Demócrata Cristiano; y por cumplir un deber ciudadano que, llegado el momento, se fue a Estados Unidos a ver la operación de la imprenta de rotativa que luego debió armar y operar en Panamá, para que La Prensa viera la luz el 4 de agosto de 1980 y sirviera de voz del anhelo de libertad y democracia de los panameños.
Rubén vivió para su esposa, sus tres hijos , sus doce nietos y diecinueve bisnietos.
Estudió y observó la Torah y, así, rodeado del amor de los suyos y del respeto de la comunidad, salió al encuentro del Todopoderoso. Cementó su hogar en una mujer virtuosa, la supo encontrar y, por ello, su casa y su familia serán por siempre bendecidas.
El autor es abogado y gestor cultural.
