¿Qué nos depara 2023? No hay que ser Madame Kalalú para saberlo. Sin embargo, habrá algunas sorpresas, pero sé que no serán buenas noticias, al menos para el país. Lo primero que tenemos en ciernes es el problema de la minera. Eso es grave, pero, desde el punto de vista social, la Caja de Seguro Social (CSS) será mucho peor. Acaparará buena parte de las noticias, de las opiniones, de programas especiales. Es que su situación económica será prácticamente insostenible para estas mismas fechas dentro de un año. Y aquí no hay santo (Martinelli, Varela y Cortizo) que se salve. Todos trataron de esconder sus pecados, pero sin éxito.
Y francamente no sé cómo los dirigentes del PRD pretenden que el partido repita en 2024. Los 10 años de austeridad obligada que experimentó el PRD tras perder las elecciones de 2009 y 2014 los llevó a sufrir de una codicia sin precedentes. Y desde 2019, muchos de sus funcionarios se han dedicado a todo tipo de negocios dudosos con el Estado; algunos otros han robado –y siguen robando– sin disimular siquiera. Pero, además, en materia de gestión –salvo por el tema de la salud–, el país está en ruinas: calles y carreteras, centros educativos, la institucionalidad, la credibilidad, la economía, el empleo, las inversiones. Es un milagro que aún conservemos la calificación soberana de riesgo.
Los únicos que parecen prosperar son los políticos del Gobierno y sus aliados. Muchos son cada vez más ricos. Poseen millones en cuentas bancarias –y no olvidemos dónde está depositado ese dinero–, en inmuebles ostentosos, en empresas a las que les llueven contratos del Gobierno y todo lo logran con el salario de un funcionario. Me pregunto de qué vive, por ejemplo, Martín Torrijos. O de dónde Beni, el gato diputado, saca sus millones (toda su vida ha sido servidor público, pero él dice que antes de ser político es empresario).
Otros llegaron al Gobierno quebrados y hoy se compran apartamentos de $2 millones. Yo quisiera que estos nuevos ricos escribieran un libro o un manual para que nos enseñen a ser millonarios en cinco años sin robarle un real al Estado. Eso solucionaría todos nuestros problemas. Pero el asunto es que no pueden justificar su riqueza, aunque poseen la sabiduría y la voracidad de una rémora. Y pese a que todo está claro para nosotros, no lo está para el procurador de la Nación ni para el contralor ni para los jueces ni para los magistrados.
El próximo año, en consecuencia, seguramente Panamá tendrá el honor de tener en el Gobierno a los políticos más ricos y también al pueblo más pendejo de la región. Por ahora, en el PRD brilla un aspirante a candidato presidencial: Gaby Carrizo. Quisiera que él ganara en las primarias de su partido y que se lleve a sus amiguitos con él para hacer la campaña de su vida: Rojas Pardini, Sabonge, Acevedo, Martínez, Tejada, Amauri, Nadia, a Nando, el del Ifarhu, y al trío maravilloso de la AN: Crispi, Huevito y el Gato. Con un equipo tan talentoso, nadie le ganará.
Lo exhorto, señor Carrizo, a formar ese equipo de ensueño, al que habría que agregar a Boris Moreno y Anria, talento puro en las comunicaciones, para que nos mantengan bien informados de sus importantes actividades y de sus promesas. El próximo año es prometedor, le sonríe la suerte, señor Carrizo. No estaría de más que invite a su equipo a un convivio con bandas independientes en su nueva casa de Penonomé. Será muy motivador para su equipo, sin duda.
