En 27 años hemos avanzado en la protección de los océanos. En 1998, la Asociación de Oceanógrafos de Panamá (AOP) y la Asociación Verde de Panamá (ASVEPA) lograron que la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) declarara septiembre como Mes de los Océanos. Desde entonces llevamos un recuento de los éxitos alcanzados.
Se logró declarar todos los mares de Panamá como Santuario de Ballenas, aprobar la ley de los corales (los corales son al mar lo que los bosques son a la tierra: generadores de biodiversidad, G.D. 1996), proteger a los cetáceos, elevar la protección ambiental a rango de Ministerio de Ambiente, establecer medidas para los tiburones y garantizar la conservación de las tortugas.
El activismo marino permitió aprobar la protección de los humedales de la bahía de Panamá, impulsar su limpieza, resguardar manglares y crear parques marinos en el Pacífico, así como el Área de Manejo del Banco Volcán en el Caribe.
Destacamos también los aportes del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), de MarViva y de diversas ONG que han contribuido con investigaciones científicas, limpieza de playas, protección de tortugas y vigilancia de costas y mares.
Retos pendientes
Quedan múltiples tareas. Entre ellas, proteger las cuencas hidrográficas mediante control de erosión, manejo de desechos y regulación de vertimientos contaminantes. Las embarcaciones siguen siendo fuentes de contaminación que deben ser reguladas, y los puertos requieren un ordenamiento que evite descargas de basuras y químicos.
Es urgente regular las emisiones sonoras y ondas que afectan la orientación de cetáceos y otras especies que dependen del sonar. Sondeos geológicos, maniobras militares y explosiones han tenido un impacto negativo en la biodiversidad.
La pesca exige una política más firme: control de artes de arrastre, persecución de faenas ilegales y regulación de largas líneas que afectan múltiples especies.
Soberanía y límites marinos
El Ministerio de Relaciones Exteriores debe mantener una postura firme en los reclamos pendientes sobre nuestra jurisdicción marina en el Caribe y el Pacífico. Panamá debe reclamar la isla Malpelo, dentro de sus 200 millas de jurisdicción, y romper el cerco que impone Colombia sobre aguas internacionales.
Los países del Abya Yala requieren una política hemisférica que extienda la jurisdicción hasta 350 millas náuticas. En el Pacífico, Panamá debe ampliar desde Malpelo y establecer un corredor soberano entre Galápagos e isla del Coco, garantizando acceso a aguas internacionales para competir en la cuenca del Pacífico.
En el Caribe, la extensión hasta 350 millas debe romper la barrera impuesta por Colombia y atender la nueva relación con Nicaragua tras el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en 2012.
El establecimiento de nuevos espacios marinos será clave para la política de navegación vinculada al Canal de Panamá y para los acuerdos internacionales que buscan proteger la biodiversidad y las especies migratorias en el Corredor Marino del Pacífico.
Seguridad humana y cultural oceánica
Es indispensable concretar una norma jurídica que proteja a buzos y hombres de mar, quienes siguen muriendo por incumplimiento de normas de seguridad en el ejercicio de sus labores.
Celebremos septiembre oceánico por la vida: limpiemos playas, protejamos cuencas hidrográficas, ordenemos el uso marítimo, y cuidemos mamíferos marinos, tortugas, tiburones y toda nuestra biodiversidad. Disfrutemos de playas, mares, paisajes costeros e insulares, gastronomía, bosques, aves y de nuestra gente de mar.
Por nosotros, por nuestros hijos, por la vida,
El autor es agrónomo, ecólogo, educador/Presidente, Asociación Verde de Panamá (ASVEPA)

