Según el Diccionario de la lengua española (DLE), antes Diccionario de la Real Academia Española, serpentear es un verbo intransitivo que significa: “Moverse o extenderse formando curvas en una dirección y en la contraria como las serpientes”. En el Diccionario del estudiante, de la misma institución, dirigido a un público menor, se repite la definición: “Moverse o extenderse formando curvas en una dirección y en la contraria como las serpientes”, y añade un ejemplo: “El río serpenteaba entre alisos”. Agrega como sinónimo la palabra culebrear. Culebrear, en el DLE, quiere decir: “Andar formando eses y pasándose de un lado a otro”. Presenta como sinónimos los verbos zigzaguear, ondular, reptar, serpear. Para la Argentina y el Uruguay, registra viborear. (¿Alguien piensa en el andar de los etilizados?).
Salvo alguna excepción, los que saben de estos temas informan que los sinónimos absolutos no existen. Gregorio Salvador, que fue miembro de la Real Academia Española, escribió que “Sí hay sinónimos”. Lo acompañó, a destiempo y en otro lugar —entre la Argentina y México—, Jorge A. Suárez, quien redactó “Un caso de sinónimos absolutos (en una de las lenguas del sur del continente americano)”. Algún lingüista ha descreído de la propuesta de Suárez, entre otras razones porque optó por una lengua con poca descripción y ejemplificación, lo que dificulta su comprobación científica. Casi todos los demás estudiosos prefieren considerar que los sinónimos absolutos no existen, ya que los matices de distinta naturaleza surgen, o bien por el uso, o bien por las asociaciones.
En lo que sigue, se impone proponer algunas menciones del verbo serpentear en la lírica de nuestra república.
En el Canto a la bandera, de Gaspar Octavio Hernández, uno de los poemas capitales de la poesía patriótica nacional, se recuerda: “serpenteando con lánguida armonía”. (El Canto a la bandera, junto con Patria, de Ricardo Miró, y Al Cerro Ancón, de Amelia Denis de Icaza, forma parte del grupo de poemas propios que muchos atesoran desde la edad escolar, pues se distinguen por ser representativos de la singularidad del terruño). En los versos de Gaspar Octavio Hernández, escritor modernista que, debido a su escuela literaria, prefería un léxico seleccionado, el verbo serpentear no se asocia con lo rastrero ni con lo bajo, sino todo lo contrario. Muchos imaginarán la figura que aparece representando un ascenso pausado e intencional para alcanzar un objetivo de importancia.
Fuera de lo patriótico mencionado, la palabra serpentear se ha ajustado a lo romántico. Así dicen unos versos de Elsie Alvarado de Ricord: “El aire tropical serpentea el paisaje”; “cuando la humanidad serpenteó en tu pupila/las pulpas agridulces”, que son de su primer libro de versos, Holocausto de Rosa. En aquel volumen inicial de Alvarado de Ricord se respira bondad, estética, ideal. Rogelio Sinán entrevió en aquel poemario una descripción del Paraíso. En los versos citados, serpentear no remite a lo rastrero.
Se ejemplifican aquí, entonces, dos usos: el primero, civil y patriótico; el otro, de poesía amorosa, que encuentran en el paisaje el reflejo del sentimiento interior, lo que recuerda la manera de los románticos y cómo, para ellos, su fuero interno se representaba en el paisaje. Entre los de aquel movimiento, esta manifestación literaria se hacía con grandilocuencia, mientras que en el siglo XX se adoptaría la “minilocuencia”, según la formulación de un crítico español.
Debido a que el verbo serpentear se basa en la palabra serpiente, podría pensarse que su connotación es negativa. Sin embargo, en los versos mencionados ocurre lo contrario, debido al lirismo.
El autor es investigador lingüístico y literario y profesor de lenguas extranjeras.

