Hoy 24 de julio se cumplen 240 años del nacimiento de Simón Bolívar, el Libertador de América. Hoy, en su natalicio, es más conveniente que nunca reflexionar sobre su legado de libertad para la región y para el mundo, cuando precisamente esa libertad que costó tanta sangre y sacrificio, se ve amenazada por males que la ponen en riesgo y que no sólo provienen de la política, sino también de la propia sociedad a la que le urge entender que la libertad, como la democracia, deben defenderse a diario porque, una vez que se pierden, recuperarlas es muy cuesta arriba.
Bolívar, sin duda, fue un visionario y un estratega. Sus méritos políticos y militares sólo se entienden si se estudia a profundidad su formación, sus interacciones con un mundo que abrazaba ideas de libertad, justicia e igualdad y su carácter, empecinado en llevar esos aires a otras latitudes para que otras naciones se emanciparan y aprendieran a andar por sí mismas en un sendero libre. Ello requería astucia, valentía, visión y pasión. También implicaba riesgos y enormes despliegues que sólo viéndolos en retrospectiva pueden ser comprendidos según su inmensidad y su impacto.
Así, cientos de batallas, miles de hombres y kilómetros andados, cientos de escritos y muchísimas ideas fueron labrando el destino de una región que aprendió a ser libre, con traspiés y con retrocesos, pero que aprendió. Ese carácter y ese legado, producto del aprendizaje que Bolívar tuvo directamente de otros grandes como Miranda, Bello, Rodríguez y de las ideas de ilustres pensadores como Locke, Montesquieu o Rousseau, inspiraron a los padres fundadores de las nacientes repúblicas que iban adoptando ideas mientras al mismo tiempo las iban defendiendo en los campos de batalla para sellar su independencia definitiva. De modo que Bolívar no es sólo el Libertador de cinco naciones, sino de una región que se inspiró en su ejemplo y su firmeza. Fue su determinación, junto a sus logros, la que le dio los títulos y la gloria para consagrarlo. Así empezó una historia de libertad para América.
Lo que deja Bolívar para la posteridad, y que es conveniente analizar y recordar un día como hoy, es el sacrificio y la lucha de miles de hombres para que la libertad, a partir de la emancipación, fuera el punto de partida desde el que las naciones decidieran cómo andar por sí solas y diseñar sus instituciones y reglas propias, desde el aprendizaje y la inspiración de otros pensadores y luchas, en procura de la justicia y de la igualdad, desde el gobierno de las leyes que es lo que caracteriza a las repúblicas y que garantiza una vida armónica en sociedad. De esa manera, el Libertador, más que imposición, fue posibilitador e inspirador de una nueva manera de entendernos como región y como naciones que la conforman.
La libertad de las naciones costó mucho. Fueron vidas, sangre, dolor y sacrificio los signos de una época de rebeldía y emancipación que condujeron, con sus vaivenes, a esa libertad aprendida y anhelada que forjó esas naciones. Las amenazas que sufre la libertad en el presente siempre deben hacernos recordar lo que costó obtenerla en el pasado. Eso requiere reflexión constante, aprendizaje permanente y entendimiento diario, porque no se hereda, no se transmite, simplemente se mantiene viva o se olvida y, si se olvida, se retrocede. Por eso siempre debemos pensar a Bolívar desde su legado de libertad; en código de libertad.
El autor es amigo de la Fundación Libertad, politólogo y profesor universitario

