“Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante”. — Paulo Coelho
Una reflexión para el alma… y para Panamá.
En esta frase sencilla pero poderosa, Paulo Coelho encierra una verdad universal: no es la realización del sueño lo que le da sentido a la vida, sino la posibilidad de alcanzarlo. Esa esperanza —esa llama viva que arde en el corazón humano— es la que nos impulsa, nos anima y nos transforma. Y lo que aplica para una persona, también aplica para una nación.
Panamá es un país forjado por sueños. Y por la capacidad de hacerlos realidad.
Los sueños que nos formaron
En los años sesenta, soñábamos con soberanía. El Canal de Panamá, por donde pasa buena parte del comercio mundial, no nos pertenecía. Nos alzamos con dignidad y persistencia, con jóvenes que dieron su vida por la causa y con generaciones que nunca dejaron de soñar. Lo logramos: el Canal es nuestro.
En los años ochenta, el sueño fue otro: libertad y democracia. Vivíamos bajo el yugo de una dictadura cruel, que sembraba miedo y desesperanza. Pero, una vez más, nos unimos. Resistimos. Luchamos con el alma. Lo logramos: recuperamos la democracia.
¿Y hoy? ¿Cuál es el sueño de Panamá?
Ya no tenemos un canal por recuperar ni una dictadura por vencer. Pero enfrentamos desafíos igual de profundos: desigualdad, corrupción, falta de oportunidades, servicios públicos deficientes, pérdida de rumbo.
¿Y si el problema no fuera la falta de recursos, sino la falta de un sueño compartido?
Un país que no sueña se estanca. Un pueblo que no aspira se fragmenta. Hoy más que nunca necesitamos volver a preguntarnos:
¿Qué Panamá queremos construir juntos?
¿Qué sueño puede volver a entusiasmarnos, a unirnos, a movernos como lo hicimos en el pasado?
El sueño que me mueve
Por mi parte, yo sueño con un Panamá de bienestar.
Un país donde no se trate de bajar al que ha progresado, sino de levantar al que ha quedado atrás.
Donde todos tengan oportunidades reales, no por clientelismo, sino por mérito.Donde el trabajo sea bien remunerado y respetado.Donde un niño en el Darién, en la comarca Ngäbe-Buglé, en Colón o en Panamá Este reciba una educación pública de primer mundo.Donde tengamos acceso a un sistema de salud moderno, humano y accesible —en especial salud preventiva, que nos dé más años y mejor calidad de vida—.Donde cada familia pueda aspirar a una vivienda digna y propia, sin importar su nivel socioeconómico.Donde haya seguridad en las calles y seguridad jurídica en las instituciones.
Un país donde los ciudadanos se sientan orgullosos de salir adelante con su esfuerzo; donde el éxito no se condene ni se envidie, sino que inspire.
Volver a soñar en serio
Panamá ya ha demostrado que sabe soñar, que sabe luchar y que sabe lograr. Lo hicimos con el Canal. Lo hicimos con la democracia.
Ahora, el reto es soñar con una sociedad justa, moderna y compasiva. Soñar con un país donde el futuro sea mejor que el pasado. Soñar sin miedo y trabajar sin descanso.
Porque, como dice Coelho, es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida —y la patria— sea interesante.
Panamá necesita volver a soñar. Y ese sueño no puede venir “de los de siempre” ni de una sola persona. Debe brotar del corazón de todos: del estudiante, del obrero, del empresario, del maestro, del agricultor, del servidor público, del padre y de la madre de familia.
Y cuando soñemos juntos, volveremos a ser imparables. Como antes. Como siempre. Como Panamá.
#TodosSomosUno
El autor es empresario.

