SECUELAS. Los conflictos en Red Frog le están costando plata al Estado panameño. El MEF ha contratado a la firma Hogan Lovells US, LLP para que represente a la República de Panamá en el arbitraje internacional de inversión presentado por los desarrolladores del tristemente célebre complejo residencial y turístico Red Frog. El contrato es por hasta $2.6 millones. Parece que todo aquel vinculado al proyecto en isla Bastimentos ha tenido pérdidas. Los únicos que estaban ganando (hasta ahora…) eran los dirigentes del Suntracs.
SECRETO. David Fernández Bultrón, abogado de los trabajadores de Red Frog, explicó en Cuarto Poder que la empresa fue condenada a pagar una compensación de $7 millones. Sin embargo, el Suntracs cerró un acuerdo por $3 millones, que no fueron pagados en efectivo, sino a través del traspaso de 13 lotes y una villa. ¿Por qué el sindicato renunció al 57% de lo que legalmente correspondía? Un grupo importante de trabajadores ha dicho que nadie les consultó nada ni se celebró alguna asamblea para someter el tema a votación. Cualquiera diría que la dirigencia del sindicato siempre veló por sus propios intereses y no por el de los obreros.
FUERA. Esos trabajadores, que se supone eran los beneficiarios reales de las propiedades traspadas, cuentan que cuando iban a Bastimentos y se acercaban a Red Frog, el personal del proyecto les impedía ingresar porque no tenían permiso del Suntracs. Parece quedar claro que la dirigencia nunca tuvo intención de devolver nada.
NOMBRES. La diputada Janine Prado le ha pedido a la expresidenta Mireya Moscoso que denuncie en el Ministerio Público quiénes son aquellos parlamentarios que, en una recepción en la embajada de España, le contaron del supuesto plan para expulsar a José Raúl Mulino de la presidencia de la República. Ojalá atienda el emplazamiento, ya que hay gente dándose por aludida.
AMENAZA. Bolota casi se muerde los puños de la rabia, porque la diputada presidenta Dana Castañeda lo interrumpió para solicitarle que utilizara su intervención en el pleno para referirse exclusivamente al tema que, en ese momento, era sometido a votación. “Que sea la última vez que usted me para”, espetó. Una advertencia digna del Chicago de los años 20.

