Los principios de la justicia, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo social. Este involucra a las personas y a las estructuras para hacer frente a los desafíos de la vida y aumentar el bienestar de la población.
En Panamá esta labor alcanzó estatus profesional, mediante la aprobación de la Ley 30, de 6 de septiembre de 1946, cuando se crea la Escuela de Trabajo Social en la Universidad de Panamá (UP), fecha que se toma como referencia para celebrar el día del profesional dedicado a esta disciplina. Posteriormente, la UP extendió títulos de licenciatura en asistencia social (1952-1957), licenciatura de servicio social (1958) y la licenciatura en trabajo social (de 1976 hasta la fecha). En 1963, con la creación del consejo técnico de la profesión, se empiezan a expedir las idoneidades.
La primera Oficina de Servicio Social Médico fue establecida en la CSS en 1950, para atender los aspectos vinculados a la salud de los trabajadores.
Posteriormente, surgen otros campos en los que los profesionales se insertan, como operadores y ejecutores de las políticas sociales, como parte de los equipos profesionales y técnicos, para desarrollar evaluaciones científicas y otras, propias de su disciplina, en los proyectos y programas del Estado.
En esta era apolítica, el trabajador social enfrenta el reto de alcanzar a un grupo poblacional vulnerable el empoderamiento de su realidad, a la búsqueda de su autonomía y al autodesarrollo sostenible. Con ellos y ellas, se interviene desde distintos escenarios públicos o privados, en una permanente lucha en la defensa y el cumplimiento de sus derechos.
Para dar respuesta a las demandas y necesidades de sus clientes, los profesionales se apoyan en instrumentos que están amparados en constructos teóricos, focalizados en individuo-familia-grupo.
Es sabido que el trabajo social no excluye a otras disciplinas, por el contrario, articula y traza una meta en común para evitar la desigualdad, la discriminación y la deshumanización en los tratamientos unilaterales o enfocados solo en lo asistencial. Esta interrelación se enfoca en proporcionar una solución de calidad de vida a los individuos con quienes trabajamos.
En conclusión, esa es la diferencia y la satisfacción de haber realizado nuestra labor, con calidad, efectividad y eficiencia. Nuestra razón y esencia, como profesionales, es poder trabajar por el bienestar común de nuestros actores principales, “los individuos”.