SALUD MENTAL

Nuestros trabajadores

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Esta semana, la Organización Mundial de la Salud celebró el Día Mundial de la Salud Mental y lo dedicó a promover “La salud mental en el trabajo”, subrayando que un entorno de trabajo adverso ocasiona problemas físicos y psíquicos en los trabajadores. De hecho, una de cada cinco personas en el ámbito laboral puede experimentar una perturbación de su salud mental, como los trastornos por depresión y por ansiedad o un consumo nocivo de alcohol, drogas o psicofármacos. Esos problemas de salud mental tienen un impacto directo en el bienestar de los trabajadores, sus familias y comunidades, así como en los lugares de trabajo a través del aumento del ausentismo, la reducción de la productividad y el aumento de los costos de atención de la salud. Sin embargo, la falta de conciencia sobre la salud mental, aunada al temor de los empleados a ser juzgados y estigmatizados, sumado a los intereses económicos, persiste como barreras para abordar la salud mental en el lugar de trabajo.

De acuerdo con la OMS, “hay muchos factores del entorno laboral que pueden afectar la salud mental. En la mayoría de los casos, los riesgos se deben a una interacción inadecuada entre el tipo de trabajo, el ambiente organizativo y directivo, las aptitudes y competencias del personal y las facilidades que se ofrecen a este para realizar su trabajo. De igual forma, el acoso psicológico y la intimidación en el trabajo son causas frecuentes de estrés laboral y otros riesgos para la salud de los trabajadores, y ocasionan problemas físicos y psicológicos”.

En nuestro país, el estrés comienza mucho antes de llegar al lugar de trabajo, pues los trabajadores deben enfrentarse diariamente al tráfico inmanejable desde que salen de sus hogares para llegar a sus oficinas, limitando sus horas de sueño y su atención a sus hijos y cónyuges. A eso hay que sumarle que en el sector público panameño, que es el principal empleador nacional, no es extraño que muchos directivos lleguen a importantes puestos de mando sin poseer las competencias necesarias, siendo su principal mérito la pertenencia a una familia, a un partido político o a una clase social. Este ministro o directivo colocará en los puestos de mando medio a sus allegados, o recomendados, sin importar que tampoco tengan las competencias. No se preocupará de crear equipos efectivos de trabajo, pues no los quiere escuchar (o no los entiende), le basta con los consejos del “asesor” que le pusieron, el cual en no pocas ocasiones, también adolece de las mismas limitaciones que el titular de la cartera.

Este directivo tampoco se preocupará porque los trabajadores disfruten de espacios placenteros y saludables para llevar a cabo su trabajo cotidiano. Eso sí, procurará que su “despacho” tenga todas las comodidades y, si es posible, inaccesible para el resto de los colaboradores. Como si fuera poco, muchos de estos jefes y jefas son acosadores, pues gozan del respaldo del que los nombró. Al final, la mayoría de los empleados sienten que su trabajo no es valorado, bajan su rendimiento (la cogen suave), maltratan a clientes, usuarios y pacientes, pues sin importar lo que hagan, las condiciones no cambiarán. No es raro entonces que muchos sean presa de la apatía, depresión y ansiedad.

En ese contexto la salud mental de nuestros trabajadores está sometida a un riesgo permanente. Su promoción y protección comienza por colocar al frente de nuestras instituciones y en los mandos medios a profesionales con las credenciales y competencias necesarias para el desarrollo de una gerencia efectiva, que aplique y haga cumplir las políticas y prácticas de seguridad y protección de la salud, que permitan detectar y tratar el estrés patológico. Este gerente deberá crear condiciones y factores que permitan al trabajador producir lo esperado y sentirse valorado: establecer reglas claras, una carga de trabajo adecuada, espacios físicos pertinentes y un clima laboral apropiado. No menos importante será promover la participación del personal en las decisiones, transmitiendo una sensación de control y promoviendo un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal.

Ya en el terreno de las intervenciones en materia de salud mental, nos dice la OMS que estas “deben formar parte de una estrategia integrada de salud y bienestar que abarque la prevención, la detección temprana, el apoyo y la reincorporación o readaptación. Los servicios y los profesionales de la salud ocupacional pueden ayudar a las organizaciones a aplicar estas intervenciones donde estén disponibles, pero incluso cuando no lo estén, se pueden introducir una serie de cambios para proteger y promover la salud mental. La clave del éxito consiste en implicar a las partes interesadas y al personal de todos los niveles cuando se lleven a cabo intervenciones de protección, promoción y apoyo y cuando se evalúe su eficacia”.

El autor es ciudadano


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