La trampa del ingreso medio es definida como un elemento negativo que afecta a algunos países emergentes que, después de mantener altos niveles de crecimiento, no logran superar cierto umbral en virtud de que no alcanzan tasas sostenidas de 5%, promedio mínimo de expansión de su producto interno bruto (PIB).
Lo anterior se traduce en un estancamiento en las economías y en la imposibilidad de lograr avances, debido a la ausencia de sostenibilidad en su crecimiento, algo que mantiene al país en un rango de ingresos medianos. Dicha definición no aplica a los países desarrollados.
Las economías de Latinoamérica no pasan el umbral de los países con ingreso medio, pues ninguna supera dicha fase, con un ingreso per cápita de 22 mil dólares, establecido por el Fondo Monetario Internacional.
Aunque no hay una definición consensuada en cuanto al PIB per cápita que debe tener un país para clasificar en esta categoría, gran parte de los países de Latinoamérica se mantienen en este escalafón e intentan cruzar dicho umbral, entre ellos Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y Panamá.
Es vital para toda nación darle “sostenibilidad” a su crecimiento, algo que impacta su competitividad y la capacidad de desarrollarse no solo económicamente, sino socialmente, brindando empleo y bienestar integral a la población que los conforma.
Algunos países asiáticos han sobresalido por el éxito que tuvieron en la transición de pasar de tener niveles de subdesarrollo a ser Estados con mayores avances en el área económica. Estos países se caracterizan por su apertura comercial, el desarrollo de la manufactura, la calidad de la educación pública y el elevado nivel de inversión estatal, factores que influyeron en esa importante etapa de transición, que resumen en políticas públicas para evitar caer en la trampa del ingreso medio.
Esas buenas prácticas pueden ser aplicadas en las naciones de Latinoamérica que no muestran avances significativos en los últimos años.
Panamá, por su parte, logró un alto crecimiento entre los años 2003 y 2012, alcanzando una tasa promedio de 8.1% del producto interno bruto, mientras que para el periodo entre 2013 y 2015 ha crecido a tasas más estables (en promedio del 6.8%) y según las proyecciones oficiales se estima que alcanzó el 5.6%, en 2016.
Sin embargo, algunos especialistas afirman que crecer a altas tasas no es suficiente, además se necesitan ciertas condiciones que promuevan que el país avance y no se estanque. Entre ellas, destacan varios elementos como la competitividad, impulsada por productividad, y la educación como pilar fundamental para el mejoramiento del capital humano, por lo que se mejora la generación de ingresos, se combate la pobreza y, por ende, se mejora la calidad de vida de la población.
La conjugación de esos elementos también fortalece la institucionalidad de los países, brindando estabilidad de las inversiones y un clima de negocios adecuado para el desarrollo de la actividad productiva.
Para concluir este artículo nos basamos en las recomendaciones presentadas durante el Décimo Foro Nacional de Competitividad, por la doctora Carmen Pagés del Banco Interamericano de Desarrollo, sobre el tema “Panamá¿El próximo tigre?”.
En su presentación Pagés destacó que Panamá ha mostrado un desempeño notable dentro del contexto de la región, por lo que la aspiración de llegar a ser un país con altos ingresos dentro de 20 años, parece ser una meta realizable. Sin embargo, para que ello ocurra, se requiere no solo seguir invirtiendo, sino mejorar la productividad.
Lograr lo anterior implica invertir en el talento humano, en las habilidades y en el aprendizaje de la población. Esta es una de las variables que “predice” obtener un mejor crecimiento económico.
Un claro ejemplo de lo anterior lo vemos en la experiencia de Corea del Sur e Irlanda, países que después de 20 años lograron aumentar sus ingresos más de 10 veces. Hoy en día se les considera como “tigres” de la economía y ambos tienen en común que invirtieron en el capital humano, no solo aumentando la cobertura, sino que apostaron por desarrollar en sus poblaciones aquellas habilidades que eran necesarias para conseguir sus objetivos económicos.
