En los últimos años, el uso del acetaminofén (paracetamol), conocido comercialmente como Tylenol, durante el embarazo ha generado debates intensos. Algunas investigaciones sugieren un posible vínculo con trastornos del neurodesarrollo como el autismo o el déficit de atención (TDAH). Sin embargo, los estudios no han demostrado una relación causal. Pese a esta falta de certeza, el presidente Trump, acompañado de varios funcionarios de salud pública de su administración, declaró recientemente que las embarazadas deberían evitar el medicamento a toda costa, recomendando “aguantar” el dolor o la fiebre. Este tipo de declaraciones, cargadas de dramatismo y politiquería, no tienen base científica.
El acetaminofén es uno de los pocos analgésicos considerados seguros durante el embarazo. La fiebre alta sin tratamiento representa un riesgo real para la madre y el feto. En este contexto, aconsejar a las mujeres que simplemente soporten los síntomas no solo es poco empático, sino peligroso. La evidencia científica es clara en un punto: no existe, hasta la fecha, prueba concluyente de que el acetaminofén cause autismo.
¿Por qué, entonces, persisten las dudas? Parte de la respuesta está en la naturaleza de los estudios. La mayoría han sido observacionales, lo que significa que comparan a mujeres que tomaron acetaminofén con las que no lo hicieron, analizando luego el desarrollo de sus hijos. Este diseño no puede descartar factores de confusión. Por ejemplo, la fiebre que motivó el consumo del medicamento pudo haber sido, en sí misma, el verdadero riesgo, o bien los antecedentes genéticos de las familias, dado que la genética es un factor de riesgo significativo en el autismo. Estudios sugieren que los factores genéticos contribuyen entre el 40% y el 80% del riesgo de trastorno del espectro autista. Sin embargo, las causas genéticas no se reducen a un solo gen, sino a una combinación de variaciones hereditarias y, en ocasiones, nuevas mutaciones no hereditarias que ocurren durante el desarrollo fetal. Los factores ambientales también pueden interactuar con los riesgos genéticos e influir en el desarrollo del autismo.
Investigaciones más robustas, como los estudios de control entre hermanos en Suecia (2024) y Japón (2025), han encontrado que cuando se toman en cuenta factores genéticos y de salud familiar, la supuesta asociación entre el uso de acetaminofén y los trastornos del neurodesarrollo desaparece. Esto sugiere que el vínculo reportado en otros estudios probablemente refleje la influencia de factores de confusión y no del acetaminofén en sí.
Aun así, el tema se presta a la polémica, sobre todo cuando entra en juego la política. Al asociar de manera simplista a Tylenol con el autismo, Trump y sus asesores no solo tergiversaron la evidencia, sino que reavivaron miedos similares a los que relacionan falsamente a las vacunas con el autismo. Este tipo de mensajes, amplificados en redes sociales, tienen un costo real. Generan ansiedad en las madres y padres, fomentan la culpa en quienes usaron el medicamento y pueden llevar a decisiones médicas riesgosas, como no tratar una fiebre alta durante el embarazo.
La ciencia sobre el autismo es clara en un aspecto: no tiene una sola causa. Es producto de una compleja interacción entre genética y factores ambientales. Se han identificado cientos de genes vinculados al trastorno, y fenómenos como la edad de los padres, la contaminación ambiental o el bajo peso al nacer también han sido asociados. Frente a esta complejidad, reducir el problema a un medicamento común es engañoso y contraproducente.
El reto está en cómo comunicar la incertidumbre científica. Por un lado, debemos reconocer que todavía hay preguntas abiertas sobre los efectos del acetaminofén en el embarazo. Por otro, debemos evitar afirmaciones tajantes que no reflejan el consenso de la comunidad médica y científica. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG), entre otros expertos médicos, afirman que es seguro tomar Tylenol durante el embarazo, previa consulta con un médico.
Mientras tanto, la investigación seria continúa avanzando. Nuevos estudios buscan comprender mejor las verdaderas causas del autismo y cómo desarrollar apoyos efectivos para las personas con autismo y sus familias. Allí es donde deben estar enfocados los recursos, no en discursos irresponsables motivados por intereses personales.
Al final, el debate sobre el acetaminofén refleja el desafío de cómo equilibrar la comunicación científica con la necesidad de proteger la salud pública. En un mundo donde la información circula a gran velocidad, exagerar riesgos sin pruebas puede ser tan peligroso como ignorarlos. La clave está en reconocer lo que sabemos, lo que no sabemos y, sobre todo, confiar en la ciencia rigurosa como guía.
La autora es directora ejecutiva de Cevaxin e integrante de la Fundación Ciencia en Panamá.

