Muchos temas relacionados con la relación de Estados Unidos con Panamá y el mundo han ocurrido desde la primera entrega de ’Un istmo entre dos grandes intereses’, publicada el 17 de febrero de 2025 en La Prensa.
Afortunadamente, la amenaza de que Trump se tomaría el Canal de Panamá ha pasado a un segundo plano respecto a las iniciativas de política exterior de Estados Unidos. Sin embargo, eso no significa que sea un caso cerrado.
Tras la firma del Memorando de Entendimiento (MoU) entre el secretario Pete Hegseth y el ministro de Seguridad, Frank Ábrego, han surgido más preguntas que respuestas. Ante la presión estadounidense para reactivar su presencia militar en las riberas del Canal, el gobierno chino también ha aumentado su presión sobre el grupo Hutchison Ports para impedir que se concrete la venta de sus dos puertos al consorcio estadounidense-italiano BlackRock-Till, interesado en controlar las entradas al Pacífico y al Atlántico panameños.
China sigue desafiando a Estados Unidos en su propio hemisferio. En el foro China-CELAC celebrado en Pekín, se anunció que el comercio entre China y América Latina y el Caribe creció exponencialmente hasta alcanzar los 427 mil millones de dólares al cierre del último trimestre de 2024. Además, el presidente chino Xi Jinping anunció un crédito de aproximadamente 9,200 millones de dólares para proyectos de desarrollo e infraestructura en la región, sumando a Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés).
Aunque Panamá suele estar entre las economías más dinámicas de la región, el FMI había pronosticado un crecimiento del PIB del 3%, revisado al alza a 4% para 2025. Sin embargo, las recientes protestas contra la Ley 462 de la CSS hacen prever una revisión a la baja y una tasa de desempleo que podría superar los dos dígitos. La CSS se ha convertido en un problema local con repercusiones internacionales, dado el mensaje que se envía a las calificadoras de riesgo, que enumeran las “tensiones sociales y de gobernanza” como uno de los principales desafíos del país.
El gobierno del presidente Mulino aún no parece aceptar que el descontento no se limita a un movimiento social de izquierda en contra de la Ley 462. Los temas estructurales de política de Estado, especialmente en torno a la generación de empleo formal, también deben ser revisados, ya que están estrechamente ligados a la sostenibilidad de la CSS. Sin cotizantes, esta institución está destinada a desaparecer. Recordemos que la Ley 23 de 1931, impulsada por el Dr. Arnulfo Arias, creó la CSS como un organismo de previsión social, y este gobierno solo la ha abordado desde una óptica macroeconómica.
Ante este panorama, surgen preguntas ineludibles: ¿por qué Panamá mantiene una tasa de informalidad laboral superior al 50%? ¿Por qué el mayor generador de empleo es el Estado, con su abultada planilla, y no la empresa privada? ¿Por qué ha caído drásticamente la inversión extranjera? ¿Por qué el gasto público no se ha reducido, sino que ha aumentado para 2025? ¿Cómo es posible que el país tenga, al mismo tiempo, la proyección de mayor crecimiento económico y el deshonroso tercer lugar en desigualdad de la región, solo por detrás de Brasil y Colombia?
El istmo panameño, pequeño pero privilegiado geográficamente, seguirá siendo un factor geoeconómico global: un espacio disputado entre nuestro aliado histórico, Estados Unidos, y su principal rival comercial y militar, China.
Luego de que el gobierno del presidente Mulino retirara la participación de Panamá de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y quedara excluido de los créditos chinos anunciados en la CELAC, cabe preguntarse: ¿cuál será el aporte económico del gobierno de Trump ante la deteriorada y endeudada economía panameña? Lo único visible hasta ahora es que Estados Unidos exige concesiones geoeconómicas a Panamá, posiblemente bajo amenaza de represalias, aunque esos detalles queden bajo confidencialidad.
¿Cuál debe ser nuestro objetivo como país para salir de esta coyuntura política, social y económica? ¿Cómo mantener una relación constructiva con ambas potencias sin ser amedrentados ni obligados a escoger un solo bando? Todo indica que China volverá a ser, antes de una década, la economía más grande del mundo, como lo fue antes de la Revolución Industrial inglesa (1760–1840). A diferencia de esa época, ahora también posee poderío militar, aunque su estrategia actual privilegia la cooperación económica, lo que muchos analistas llaman soft power.
La decisión del gobierno panameño de abandonar la Iniciativa de la Franja y la Ruta —tras haberla respaldado inicialmente— fue un grave error. Se tomó sin analizar a fondo sus consecuencias ni asegurar un futuro económico digno para el país. Hoy parece que, a cambio, solo nos queda someternos a nuestro aliado más cercano, sin haber negociado nada tangible.
El autor es exbanquero.

