Cuando se lleva años siendo irresponsables con el criterio propio, permitiendo que otros renombren los elementos básicos de la democracia, se termina enfrentando un problema de herramientas: una distorsión de la realidad que cursa con altos niveles de arrogancia ignorante y un peligroso aumento de la desconfianza en el sistema democrático, lo que aprovechan los entusiastas de la ignorancia para mantenernos donde les somos más útiles.
Un partido es una herramienta, no un invento terrible que convierte a quienes lo integran en malas personas o malos gestores. Del mismo modo, ser candidato independiente no convierte a nadie, por sí solo, en buen o mal político. Una bancada no sustituye a un partido, y la suma de independientes bajo unas siglas conforma, de facto, un partido, pero sin sus compromisos ni responsabilidades. En resumen: los partidos políticos, bien utilizados, son una herramienta democrática fundamental que no debe ser temida ni demonizada.
Un sindicato también es una herramienta. Debe ser independiente en su organización y en sus decisiones, pero no independiente de la democracia. Lo mismo ocurre con el derecho al disenso y a la huelga: son herramientas democráticas esenciales que no pueden volverse fundamentalistas. La capacidad de protesta es un derecho, y jactarse de menoscabarlo revela una intención a largo plazo: que nadie pueda protestar de ninguna manera. En síntesis, los sindicatos o las huelgas no son el problema; lo son las personas que ejercen sus derechos sin responsabilidad.
Cuando no comprendemos bien el uso de las herramientas, terminamos dañándolas, así como al sistema sobre el que se aplican. La ignorancia nos lleva a despotricar contra la democracia, con arrogancia disfrazada de soluciones, mientras los de siempre se burlan de la ingenuidad patriótica que nos conduce por el camino que más les conviene. Quienes se ríen con el presidente y se sienten héroes desmontando el sistema son perversos o muy ingenuos: corren el riesgo de sufrir las consecuencias de intentar apretar un tornillo con un serrucho.
El autor es escritor.
