Hace unos 12 mil años, el ser humano comenzó a vivir en comunidad y a domesticar plantas para su consumo, marcando el inicio de la revolución agrícola. Desde entonces, mucho ha cambiado. Hoy, la agricultura es una industria que necesita producir cada vez más alimentos debido al crecimiento de la población mundial. De las necesidades de cada país surgen los intercambios comerciales y se consolidan convenios como los Tratados de Promoción Comercial (TPC).
Es fundamental analizar en detalle las situaciones que han afectado al sector agropecuario en los últimos años y entender que las leyes, políticas e instituciones han sido perjudicadas por personas o grupos que se apropian de la “causa agrícola” para obtener beneficios personales, sin que esos resultados sean adecuadamente verificados.
Hemos visto cómo ciertos grupos se han atribuido la representatividad de todo un sector, algo que no les corresponde, utilizando frases como “yo sí sé hablar con los gobiernos” o promoviendo modificaciones a las leyes que dejan margen a interpretaciones confusas y subjetivas, para luego afirmar: “eso es lo que dice la ley”. Estas leyes, sin embargo, no van a detener el TPC. ¡Esto es la mala política de siempre!
Debo reconocer que hay productores y gremios que se han esforzado por hacer lo mejor posible; aman el trabajo del campo y sienten orgullo por su actividad. Desean defender el sector agrícola que les ha permitido crecer, y han sido hombres de bien para este país. ¡Gente buena!
Pero, seamos sinceros: perdimos mucho tiempo escuchando a personas que solo buscaron protagonismo, vendedores de humo y odio, y difamadores del comercio, que incluso en el gobierno anterior utilizaron un discurso de “vamos a renegociar este Tratado”.
Han pasado más de 25 años desde que Panamá ingresó a la Organización Mundial del Comercio en 1997, durante la administración de Ernesto Pérez Balladares. El Acuerdo de Promoción Comercial entre Panamá y Estados Unidos fue firmado el 28 de junio de 2007, aprobado por Panamá el 11 de julio de 2007 y por Estados Unidos el 21 de octubre de 2011, entrando en vigor el 31 de octubre de 2012.
Llevamos más de 25 años entre idas y venidas, de gobierno en gobierno, con planes sin éxito, divisiones entre comercio y producción, y ministerios sin rumbo. No hemos logrado alinear el sector agropecuario para fortalecerlo porque siempre fue más fácil culpar a alguien más. Lo que debió ser unión entre panameños se vendió como división ¡y aún hoy sigue siendo así! La verdad del sector agropecuario la quieren manejar unos pocos, aunque tengan que mentir para defender su posición.
El próximo 1 de enero de 2025, comenzarán a reducirse aún más los aranceles a la importación de productos sensibles, como alimentos básicos (arroz, carnes, leche, entre otros). Estos productos podrán entrar al país con menores impuestos, lo que genera dos reacciones: para algunos, es positivo porque aumenta la oferta de alimentos para la canasta básica, cuyos precios no han dejado de subir. Para otros, es negativo, pues temen que esto pueda afectar gravemente al productor nacional, un temor muy real entre muchos de ellos.
El miedo de los productores es legítimo, es real y económicamente será doloroso. La falta de un plan integral en décadas pasadas, un plan organizado con el uso correcto de los fondos del Estado, con la verificación y el seguimiento necesarios, jamás se implementó. Nos perdimos en subsidios, ayudas entre amigos, ministros complacientes y palmaditas en la espalda; faltó liderazgo y transparencia.
De esta catástrofe, somos culpables todos, por lo que no hicimos y por lo que permitimos que otros hicieran. Así podría desaparecer parte del sector agropecuario, sin saber exactamente qué pasó, enfrentando un reto para el que no estamos preparados, con los líderes que jamás tuvimos y las mentiras que siempre aceptamos.
El autor es gerente de empresas y presidente de la Asociación de Comerciantes Unidos Merca Panamá.
