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Una receta para elegir a un buen presidente

Una de las decisiones más importantes de los ciudadanos en una democracia es la elección de su presidente. En el caso de Panamá, donde con frecuencia el poder ejecutivo controla o influye sobre los otros poderes de manera significativa, esta selección es todavía más importante.

Como agravante, y a diferencia de algunos otros países, el período presidencial dura cinco años en lugar de cuatro. Un tiempo que puede ser dolorosamente largo si se elige mal.

Desafortunadamente, y debido al clientelismo y la compra solapada o abierta de votos, un porcentaje de la población va a votar por quién ellos crean le va a dar trabajo, o por el o la que le dio algún regalito como la famosa gorra, un suéter, o hasta una comida en una cajita de espuma de poliestireno en el día de la votación.

Otros votarán por un candidato o candidata a presidente porque están inscritos en su partido político o hasta por tradición familiar, sin pensar mucho acerca de su decisión. Sin embargo, también hay personas que harán un esfuerzo legítimo por decidir cuál es el mejor candidato, quizás usando algunos criterios de selección más o menos objetivos. Pero la verdad es que con frecuencia es sumamente difícil tomar una buena decisión. Entre las propagandas engañosas, que usando todos los trucos del marketing te presentan a los candidatos casi como salvadores de la patria infalibles, y las campañas sucias y la desinformación que contribuyen más a confundir y difamar que realmente educar, el tamizar lo bueno, lo malo y lo feo de los candidatos requiere un análisis profundo, no siempre al alcance de todos.

En el año 2004, en vísperas de la elección presidencial, la Fundación Libertad de Panamá invitó al famoso periodista Carlos Alberto Montaner a la Biblioteca Nacional, dónde éste dio unas reflexiones sobre ¿cómo se elige a un buen presidente? En esta intervención Montaner señaló muchas de las cualidades ideales. Entre ellas mencionaba su capacidad de liderazgo y visión, es decir que inspirara la admiración de las personas y que tuviese una idea clara de los problemas de la sociedad y cómo solucionarlos. Además, debía tener una serie habilidades esenciales como ser un buen administrador, demostrar tolerancia, ser compasivo, y poseer además otras cualidades como la humildad, integridad y por supuesto la honradez. Agregaba Montaner que los presidentes tenían que ser firmes y ejercer sus funciones con autoridad, para no dejarse manipular por asesores mal intencionados, o ceder a presiones populares mal dirigidas.

Además, y obviamente, los candidatos tenían que poseer cierta experiencia profesional y haber realizado tareas exitosas con anterioridad y tener además la facilidad para la comunicación y evidencia de poder trabajar en equipo. Yo agregaría también valentía como una cualidad importante, para oponerse a las narco-mafia, a los corruptos y no ceder ante las extorsiones de los que manejan el poder detrás del poder.

Pero para ver si el candidato tiene estas características es necesario revisar con detalle su hoja de vida, ver sus ejecutorias previas, y explorar sus creencias y valores. Importante también es revisar con quién se ha asociado anteriormente y quiénes lo apoyan en la campaña política, pues estos serán con frecuencia los miembros de su gabinete. Por supuesto es imperativo conocer quién financia su campaña, pues a éstos servirán en muchas ocasiones, aún por encima del beneficio común, si es la historia una buena predictora del futuro.

Por otro lado, tenemos que revisar su plan de gobierno. Primero para ver si es viable. El papel aguanta todo, y en política todos sabemos que hay más promesas incumplidas que proyectos realizados. Es importante preguntarles cómo, con quién y con qué van a realizar lo planeado, cuánto costará cada promesa de campaña, y cuál es el horizonte temporal para la ejecución de esos planes. Cierto grado de innovación y visión de futuro son necesarios, contemplando el cambiante ambiente económico y social de nuestro tiempo.

Otro actividad importante antes de decidir, es acercarte a los partidarios de todos los candidatos, incluso los que a primera vista no son tus favoritos o crees no apoyarías. Escuchar los argumentos en apoyo de sus candidatos o candidatas y la crítica que emiten sobre los opositores, en especial sobre el que pueda ser tu preferido. El recibir información que a priori es contraria a nuestras opiniones y creencias es una forma de evitar los que se conoce como sesgo de confirmación. Esa tendencia a creer y escuchar sólo lo que parece confirmar lo que ya sabíamos. Esta contaminación intelectual, por llamarla de algún modo, nos puede dar una mejor comprensión de las virtudes y defectos de un determinado candidato y realmente abrir nuestra mente y percepción antes de decidirnos.

En fin, los panameños tenemos en unos meses una decisión muy importante y difícil. Espero sean más los que analicen en profundidad por quién votar y lo hagan por la o el candidato que al menos en teoría pueda parecer mejor. La democracia y la paz social no son eternas ni autosostenibles, sino no me creen pregunten a muchos en América Latina que no supieron elegir bien y están comiéndose un cable, en sus pequeños infiernos autocráticos o con economías en bancarrota.

El autor es médico


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