Hace unos días conversaba con mi hijo de 14 años sobre el recurso humano en países de primer mundo, mientras veíamos material sobre los 25 años de la reversión del Canal.
Le mencioné que este año solo se habilitaron 88 centros educativos para que más de 28 mil estudiantes participaran en el Programa de Recuperación Académica Estudiantil (PRAE) durante cinco semanas. Y que esta cifra, lejos de ser motivo de orgullo, debería preocuparnos.
Como es costumbre, a los panameños interesados en el desastre de nuestra educación no nos llegó la información sobre cuántos estudiantes aprobaron satisfactoriamente.
¿Alguien conoce a algún estudiante que no haya pasado un proceso de rehabilitación académica?
¿Cómo no aprobar después de todo lo que ha sucedido con la educación en los últimos años? Desde la pandemia, el conflicto minero, hasta las lluvias que afectaron provincias como Chiriquí y Veraguas a finales del año pasado.
¿Sabemos realmente cómo ha sido el desempeño educativo de los estudiantes entre 2020 y 2024?
¿Cuánto cuesta este proceso? ¿Cuánto se paga a docentes y administrativos, sumado a los gastos de apertura y operación de los centros educativos durante estas semanas?
¿Por qué no cambiar las reglas? Que solo puedan participar en el PRAE quienes reprueben un máximo de dos materias, y que quienes pierdan tres o más deban repetir el año, tanto en colegios oficiales como particulares.
Quizás, si esto afectara el bolsillo de los acudientes, estarían más atentos a que sus hijos no pierdan el año.
Pasar con un promedio de 3.0 no es salvar el año escolar.
¿Por qué no exigir un promedio mínimo de 3.5 para avanzar?
Durante décadas nos han vendido el discurso de la deserción escolar, pero ¿qué tanto beneficia que un estudiante, tras un proceso de solo cinco semanas, continúe al siguiente año sin una base real, solo por el afán de promoverlo?
¿Y si en lugar de este proceso relámpago logramos convencer a las autoridades de extender las semanas de recuperación con clases intensivas para evitar que en enero de 2026 estemos en la misma situación?
Es necesaria una evaluación académica final que determine si realmente el estudiante está preparado para avanzar, y no un simple promedio mínimo. Este proceso debería incluir el comportamiento y la voluntad demostrada.
Así como existen el Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (INADEH) y el Instituto Técnico Superior Especializado (ITSE), ¿por qué no crear un instituto educativo basado en los mejores modelos de los centros nocturnos, pero en horario diurno?
El autor es locutor comercial.
