Una vieja casa de zinc cuyo techo no soportó el paso del tiempo es la única estructura que queda en pie en La Bonga, la comunidad fronteriza entre Colombia y Panamá que fue reducida a cenizas por grupos insurgentes colombianos a mediados de los años 90.
Actualmente ninguna persona habita en esta comunidad. Los caminos que se utilizaban para llegar, desde Puerto Obaldía o desde la aldea indígena de Armila, se convirtieron en pantanos fangosos, rodeados de maleza y llenos de insectos propios de la región, que solo transitan unidades de la Policía Nacional, cuando hacen patrullajes, o por "arriesgados" campesinos que mantienen siembros en los alrededores de La Bonga.
La ausencia de personas no significa que haya terminado el peligro de que grupos insurgentes ingresen a territorio panameño, "la última vez que lo hicieron fue en marzo del 2004", dijo Andrés Gómez, uno de los colombianos que vive en Puerto Obaldía, bajo protección temporal del Gobierno panameño, porque escapó de la violencia armada que vive su país de origen.
Gómez es uno de los campesinos que posee una pequeña finca en los alrededores de La Bonga, donde, con la ayuda de la organización no gubernamental Pueblos del Bosque, siembra maíz, caña, yuca, plátano, arroz y cría gallina.
Aunque su vida transcurre sin sobresaltos, en su mente siguen presentes los recuerdos del día en que "los paras" llegaron y terminaron con el pueblo.
Durante la última incursión, Gómez los vio "salir de la nada" y comenzaron a interrogarlo: "Oye, ‘Chino’, ¿tú de dónde eres?", preguntaron y al saber que era colombiano entablaron una conversación que giró en torno a lugares y personas de la región de donde es oriundo Gómez. "Trabaja sin vergüenza", dijeron en lo que parecía el final de la conversación, pero luego otro dijo que necesitaba "un mercadito". Gómez respondió que no llevan mucha comida al lugar, donde tienen los siembros, porque la Policía Nacional (PN) no se los permite. Luego de esta respuesta, "los paras se fueron por donde vinieron", dijo.
"Vengo acá por arriesgado, porque no le debo la vida a ninguno de estos grupos, nosotros queremos trabajar y criar asus niños", dijo Gómez, quien aseguró que ahora los insurgentes no andan en territorio panameño.
El vice cónsul de Colombia en Puerto Obaldía, José Antonio Franco, aseguró que la frontera y sus habitantes están seguros, gracias a los esfuerzos que realiza la Comisión Binacional de Frontera, cuyos miembros se reúnen mensualmente para analizar los casos que se tienen pendientes en materia de seguridad.
Franco señaló que en su país hay un problema de terrorismo, que se traduce en que existe un grupo de gente que amparada en el dinero que produce el narcotráfico está atacando al Estado.
No obstante, dijo que el Estado colombiano ha avanzado mucho en materia de seguridad, "al punto de que la frontera está despejada y segura".
En el sector fronterizo Colombia mantiene soldados, policías y grupos de inteligencia y de antisecuestros, dijo el diplomático.
Franco señaló que la acción de seguridad del Estado colombiano tiene "casi arrinconados en ciertos sectores a los terroristas", lo que ha provocado que rebajen su actividad.
El vice cónsul indicó que el trabajo de seguridad que adelanta el Gobierno de su país ha permitido que los pobladores de las comunidades fronterizas puedan vivir con tranquilidad y comenzar a producir.
DATOS FRONTERIZOS
ESPERANZA: Con la ayuda de la ONG Pueblos del Bosque y de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, los colombianos que escaparon de la violencia esperan rehacer sus vidas.
SEGURIDAD: Los gobiernos de Colombia y Panamá trabajan en conjunto para asegurar la frontera.
DESTRUCCIÓN: En 1996, insurgentes colombianos redujeron a cenizas la comunidad La Bonga.
