En el mundo de la literatura existe un género epistolar, pero no hay ninguno elaborado específicamente para el medio de comunicación más ceñido y exigente, "el telegrama". La principal característica de un telegrama es la brevedad. No deja espacio para las reflexiones o el estilo; sin embargo, con un mínimo de recursos, puede aludir a todos los aspectos de la vida personal, familiar y social, además de asuntos financieros, comerciales, propagandísticos, sin contar los numerosos asuntos históricos que a través de los años se contaron por medio de este formato.
No importa cuál sea el asunto que trate el texto, el remitente debe contener sus emociones y poner en práctica su capacidad de concisión.En estos mensajes cada palabra cuenta, y cuenta también en términos monetarios. La persona que escribe un telegrama sugiere toda una realidad con el mínimo de recursos.
El destinatario debe tener la capacidad de ver más allá de lo que transmiten las letras, conforme avanza en la lectura va buscando en su memoria situaciones y referencias que le permitan completar el mensaje, además debe poner las palabras que faltan para que la frase cobre sentido. "Querido Juan. Papá grave. Urge presencia. María". "Sábado noche nació bebé. Cecilia magnífica salud.
Avisaremos fecha bautizo. Alex". Por la telegrafía panameña ha fluido la historia y también las pequeñas historias de miles que ven en este la mejor forma de comunicarse.
(Vea La lenta muerte del telegrama)
