Aquellos tiempos legendarios del Gorgas Memorial Laboratory, cuando era el paladín de la lucha contra el mosquito anofeles y el chinche de Chagas, quedaron grabados en oro para la historia.
Pero nombres como el del mayor general William Crawford Gorgas, vencedor de la fiebre amarilla en el istmo, y el del presidente panameño Belisario Porras, cuya visión lo lleva a inmortalizar la obra del médico estadounidense, seguirán ligados a este centro internacional de la salud para beneficio de la humanidad.
El director del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud, Jorge Motta, cuenta el estado y los restos de esta histórica institución.
—¿Cómo es ahora el trabajo del nuevo Gorgas?
—El trabajo del Instituto se desliza por dos vertientes: el ámbito nacional y el institucional. Esto se traduce en la ejecución de proyectos de investigación y en la prestación de servicios para cumplir con las funciones de salud pública. El instituto se ha propuesto iniciar una nueva serie de investigaciones en otra área de la ciencia: las enfermedades crónicas (tuberculosis, diabetes y parasitosis intestinal, por ejemplo). Pareciera una salida del cauce original, pero es la nueva directriz asumida en su compromiso con la solución de los problemas de salud pública, a la luz del Resuelto Ministerial 201 de 1999, que cambió el sentido de la investigación en el país. Ello no indica que se abandonarán las investigaciones de enfermedades tropicales (malaria, dengue, mal de Chagas, leishmaniasis, encefalitis equina venezolana y virus hanta). Estamos sumando el estudio de infecciones de transmisión sexual: hepatitis B, clamidiasis y la prioridad de los últimos años, VIH/sida.
—¿Tienen los recursos para hacer el trabajo?
—El presupuesto del instituto para 2006 es de 3.5 millones que apenas permite cubrir planillas, compra de insumos para investigación y servicios básicos. Pero es tradición que la investigación se sustente por donaciones internacionales.
—¿Cuál es el inventario científico del instituto?
—El patrimonio incluye laboratorios de andrología, virología; de calidad del agua; de química de los alimentos; de cultivo de células y de carga viral. Además, un laboratorio grado II y un laboratorio de bioseguridad grado III que está en su fase final. En 2005 se destinaron 237 mil dólares para adquirir equipos de laboratorio.
—¿Cómo calificaría el equipo de investigadores y cuál es su condición?
—La trayectoria forjada por el Instituto es producto del trabajo, y los logros obtenidos en los últimos seis años son el resultado de la mística y profesionalismo de sus investigadores multidisciplinarios, técnicos y administrativos para enfrentar los retos que les planteen. Allí contamos con talentos como los doctores Pascale, Calzada, Armien, Saldaña, Chamorro, Bayard y muchos otros valiosos. En otro orden, se hizo justicia al darle estabilidad a 15 profesionales sacrificados y laboriosos, cuya condición era transitoria. Ello incluyó 10 técnicos del laboratorio central de referencia en salud pública; dos para investigación de reproducción humana; un investigador en parasitología; uno en entomología y uno para la investigación de enfermedades no tradicionales. Además, se nombraron dos biólogos nuevos; otro entomólogo; un laboratorista clínico y un asistente.
—La política partidista ha afectado el trabajo científico del Gorgas en algún momento?
—Durante la pasada administración se constituyó una fundación con la intención de agilizar las partidas y hacer fluido el trabajo de investigación. Sin embargo, la pésima imagen de manejo que dejaron algunas fundaciones (El Tucán y Mar del Sur) hicieron que en esta nueva gestión de gobierno la Contraloría General recomendara no prorrogar su existencia. Creo que lo mejor para el Instituto es dejar por fuera la política. No obstante, te confieso que yo cambiaría el control previo fiscal por una auditoría mensual con tal de zafar al Gorgas de las trabas burocráticas que retrasan las investigaciones.
—¿Qué le depara el futuro al Instituto?
—El Gorgas está reafirmando su presencia internacional y se está haciendo sentir en el país. Prueba de ello es que ganó para Panamá la instalación del Laboratorio Regional de Referencia para la Investigación del VIH/sida (B/. 3.5 millones) y ahora está ofreciendo sus capacidades ante las instituciones financieras internacionales para la creación de un instituto de estudio de la influenza. De conseguirse, sería un gran triunfo sanitario para Panamá y consolidaría el liderazgo del Gorgas en la lucha contra un flagelo que ha sido azote de la humanidad con pandemias que han cobrado millones de vidas.
PERFIL
.CARDIÓLOGO: Jorge Motta, de 60 años de edad, es cardiólogo de profesión graduado en la Universidad de Stanford, en EU, pero confiesa que siempre quiso ser virólogo. De hecho, ha realizado estudios en la materia. Es académico titular y regente de la Academia Panameña de Medicina y Cirugía. Se desempeña como profesor clínico en la Universidad de Panamá. Llegó al cargo con el cambio de administración presidencial en 2004.
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