La Organización Mundial de la Salud reporta que de los 136 millones de mujeres que dan a luz cada año, unos 20 millones padecen después del parto enfermedades relacionadas con el embarazo.
Para las mujeres que han estado a punto de morir en el parto, recuperarse de complicaciones graves puede ser un proceso largo y doloroso que les deje secuelas duraderas. A menudo, enfermedades que no son mortales, como la incontinencia urinaria, se convierten en trastornos crónicos.
En el caso de una fístula obstétrica, la pared de la vagina se desgarra y se comunica con la vejiga, el recto o ambos de tal forma que la mujer evacua continuamente orina o heces por la vagina. Sin tratamiento quirúrgico, las consecuencias son graves. Socialmente, las mujeres con fístula son condenadas al ostracismo y en muchos casos al abandono por parte de sus maridos.
