INNOVA Isla Galeta, cuna de ciencia

INNOVA Isla Galeta, cuna de ciencia
INNOVA Isla Galeta, cuna de ciencia

"It is another world" (este es otro mundo). Dice Stanley Heckadon, antropólogo del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés), que esa es la frase más común expresada por la mayoría de los científicos que pisa por primera vez isla Galeta.

No es para menos. Después de dejar el ajetreo de la capital y del movimiento portuario de Colón, internarse en un camino rodeado de manglares donde la brisa es generosa y el mar es cristalino, es uno de los atractivos que más seduce a los amantes de los ecosistemas marinos, de las aves tropicales y de los manglares que crecen a orillas del Atlántico.

La historia de isla Galeta, que data de 1925, siempre estuvo rodeada de misterio. En un principio funcionó como un centro de vigilancia por satélite, que le servía al Ejército estadounidense para estar al tanto del movimiento de los gobiernos de distintos países del mundo. Era parte de la táctica de la defensa del Canal. Se dice que desde Galeta se detectó, por ejemplo, cuando en Chile Augusto Pinochet le dio el golpe de Estado a Salvador Allende o cuando empezaron los primeros ecos de la Guerra de las Islas Malvinas.

VIDA MARINA

Pero desde 1964, en las tierras de Galeta funciona el laboratorio de investigaciones marinas del Smithsonian. De hecho es uno de los más antiguos de todo el Caribe y uno de los más ricos en información sobre manglares, arrecifes de coral y pastos marinos.

A tal punto que Wayne P. Sousa, reconocido y premiado científico de la Universidad de Berkeley en California, cada verano visita la isla para estudiar los manglares junto a sus estudiantes.

Heckadon asegura que Wayne elige Galeta porque los mangles "son accesibles, están en muy buen estado y porque Panamá está fuera del mapa de huracanes".

Y una de las investigaciones más importantes de Jeremy Jackson, científico del Scripps Institution of Oceanography, está basada en las fuentes coralinas de isla Galeta.

La gama de científicos que ha pisado la isla es extensa. Sus paredes podrían contar grandes historias. María Becerra, la mujer que se encarga de la limpieza del laboratorio desde 1987, tiene en su memoria las hazañas de una profesora estadounidense que llegó en noviembre pasado a enseñarles el idioma inglés.

Comenta que estaban a punto de evacuar el laboratorio porque el huracán que envolvió al Caribe por esos días amenazaba con derribar sus paredes, pero la octogenaria maestra se negó a dejar la isla. "Estaba feliz con el vaivén de las olas y con el canto de la brisa caribeña; se sentía en un barco en alta mar".

Heckadon recuerda la historia de "Jacomo", un italiano que llegó a la isla hace varios años para enriquecer su tesis sobre tiburones y que compartía historias de "pescados" todas las mañanas con los pescadores del mercado de Colón. "Nadie creería que ese joven amable y desenfadado pertenece a la nobleza europea y hoy en día es un prominente científico", cuenta. "Ellos vienen y solo se preocupan por tener un cuarto limpio y ya", dice Heckadon.

Todos los estudios que se han hecho en la isla reposan en los archivos del laboratorio y cualquier panameño que sepa inglés puede tener acceso a ellos.

Desde allí se vigila además, la velocidad del viento, la lluvia, la salinidad del agua y la salud de los arrecifes.


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