Luego de 93 años de fundado, el corregimiento de Juan Díaz es una promesa de bienestar social para sus 90 mil residentes, y la punta de lanza de un pujante sector: Panamá este.
A pocos kilómetros del centro de la ciudad, aún conserva mucho de área verde y tierra aprovechable para la explotación industrial y urbanística, que lo ubican en envidiable posición frente al resto de los corregimientos capitalinos.
No obstante, Juan Díaz tiene problemas sociales como otras comunidades, que sus residentes y autoridades luchan por resolver.
Desempleo
Si bien el parque central del corregimiento no se ve lleno de jóvenes y adultos en busca de trabajo, como pudiera ser en Santa Ana, Plaza Porras o la 5 de Mayo, el desempleo –según registros oficiales– afecta a un 10% de hombres y mujeres como pasa en el resto del país.
Francisco Paco Sucre, representante del corregimiento, conversó de cómo empresas como el Grupo Melo, Grupo Los Pueblos, los súper 99 y otras grandes empresas ofrecen oportunidades al estudiantado para sus prácticas profesionales, y que siempre los mejores se quedan laborando.
Pero, aunque esto es solo un paliativo, se ha creado una bolsa electrónica de empleo para ayudar a resolver tanta necesidad laboral.
Delincuencia
Pese a que Juan Díaz es un corregimiento grande en extensión (35.6 kilómetros), la delincuencia no ha hecho presa de él como otras áreas más urbanizadas. Dora Morato, residente de Juan Díaz centro, afirma que sí se detectan jóvenes que fuman y venden droga, pero no al extremo de organizarse en bandas delictivas.
Roberto Luna del Mar, de San Cristóbal, coincide con ella, aunque lo que le molesta es que se den hurtos en las noches, por lo que pide a la policía que se haga más visible.
De igual forma, Hildaura Villarreal, de Villa Las Acacias, asegura que el principal problema es la profusión de la droga y la violencia que trae consigo, incluso ajustes de cuenta.
Según el representante Sucre, la junta comunal que preside trata de enfrentar estos problemas con la creación de ligas deportivas y actividades recreativas; pero requiere de más apoyo de la empresa privada, ya que el Municipio no aporta suficientes recursos.
Un área conflictiva que ha sido controlada por la policía es el viejo embarcadero de Llano Bonito, puerta de entrada de ilegales y del narcotráfico.
Ambiente
Tal vez este es el aspecto más serio que enfrenta el corregimiento, principalmente en su casco viejo (entre calle primera y El Guayabito). Durante una década los residentes de barriadas como Villa Charlot, Anayansi y los estudiantes de los colegios Instituto Profesional y Técnico Juan Díaz y Elena Ch. de Pinate han luchado contra la contaminación ambiental que generan las procesadoras avícolas, recicladoras de baterías de carro, mataderos y reprocesadoras de residuos animales.
Si bien no han ganado la batalla para obligarlos a mudarse, sí los han obligado a corregir fallas que propiciaban escapes de malos olores y derrames de residuos de aves (plumas, cabezas, patas y vísceras). La recicladora de baterías sigue clausurada y la calidad de vida mejoró.
Un aspecto que hace dos años hizo temblar a Juan Díaz fue la aparición del Aedes albopictus, un temible vector de la malaria, dengue y encefalitis equina. Los niveles de infestación del mosquito se habían disparado en 2005 a 7.3%, pero Salud y la comunidad lograron reducirlo a 3.7%.
Ahora, sin perder la esperanza de gozar de un mejor ambiente, esperan que la futura planta de tratamiento de aguas residuales que se construirá en la boca del río Juan Díaz contribuya a resolver el problema de las aguas negras sin generar malos olores.
Explosión urbana
Por su extensión territorial y cercanía a la ciudad, Juan Díaz es preferida cada vez por las promotoras urbanas. Lo que empezó hace 25 años como Las Acacias, y luego se prolongó a Don Bosco, adyacente a la vía José Agustín Arango, ahora se ha extendido hacia la costa y sigue expandiéndose aupado por la penetración del Corredor Sur y su área industrial.
Con ello sobreviene la crisis de servicios básicos: la red vial no se da abasto, el sistema de drenaje pluvial se obstruye y propicia inundaciones, el transporte se hace deficiente para la gran cantidad de usuarios, faltan aulas escolares y el sistema de recolección de basura es insuficiente, aunque la falta de cultura del ciudadano también facilita la suciedad.
Pobreza
Pero no todo prospera en Juan Díaz. Allí también persisten algunos focos de pobreza (El Porvenir, San Cristóbal y Concepción), donde el Ministerio de Vivienda brindó su ayuda como fue la rehabilitación de la Casa Müller para 48 familias. A los problemas de inundaciones que por lo general afecta a la gente pobre, Obras Públicas ha respondido con el reciente dragado de los ríos Tapia y Juan Díaz.
En suma, la comunidad juandieña goza de un don que no tenemos los residentes del centro metropolitano: más tranquilidad, más aire puro y menos delincuencia.

