Su cuerpo: exhausto como si hubiera boxeado 12 asaltos. Su piel: roja como la de un camarón en sopa. Su bolsillo no es la envidia de ningún banquero. Pero durante los últimos cuatro días, Edgar Chanis logró algo que para él bien vale la pena: dejó el estrés de más de un año de rutina, se olvidó de los líos del país y del mundo, y acumuló una serie de vivencias que nadie le podrá robar.
Así como él, miles de panameños intentan hoy regresar a la normalidad luego de cuatro días de fiestas en la capital y el interior del país.
Atrás quedó la polémica entre la presidenta de la Junta del Carnaval Mingthoy Giro y el alcalde Juan Carlos Navarro sobre la ruta de la fiesta; las letras irreverentes de Pedrito Altamiranda; las advertencias sobre moralidad de las autoridades desafiadas por la propia realidad; la indiferencia del ministro de Turismo; las borracheras en plena vía pública; las mojaderas... Es el fin de la libertad del cuerpo y del desahogo de las penas.
DE PUEBLO EN PUEBLO
La mayoría de los fiesteros prefirió el interior del país. Puntos como Las Tablas, Penonomé, Chitré, Santiago, La Villa, Aguadulce y Dolega fueron escenarios de las fiestas.
Desplazarse hasta estos lugares requiere de sacrificio, dinero y algo de planificación. Enormes colas en la terminal de transporte de Albrook para salir y una caravana de vehículos para regresar. Aunque claro está: las cosas están mucho mejor ahora que existe la ruta del Puente Centenario.
Carnavalear en Azuero implica visitar centros como Las Tablas, La Villa y Chitré.
En las Tablas, por ejemplo, los culecos concluyeron a eso de las 2:00 p.m. Pero los viajeros se desplazaban a La Villa, donde se extendían hasta las 5:00 de la tarde. Los que todavía conservaban energías, pasaban a Chitré, donde los culecos terminaban a las 8:00 de la noche. Pero la fiesta no terminaba a esa hora. Por ello no causaban sorpresa los borrachos exhaustos en la calle y en las cunetas.
Las historias de sexo ligero y de borracheras inolvidables se multiplicaron por estos días.
Las principales emisoras juveniles se trasladaron a distintos pueblos del interior con sus disc jockey más populares, quienes seducieron al público para que se despojara de inhibiciones y ropa íntima.
LA RUTA DE PANAMÁ
Los que permanecieron en la provincia de Panamá no quisieron quedarse atrás. En Capira, Chepo, San Miguelito y en la misma capital todo era Carnaval. Ayer miles de personas se acercaron a la Vía España para disfrutar del último día de fiesta. Ahí estaba Antonio Rodríguez, quien dice que "nadie le quita lo gozado".
Niños, jóvenes, adultos llegaron desde tempranas horas de la mañana para calmar el calor con los chorros de agua que lanzaban desde los carros cisterna, ubicados en la Vía Brasil. Cerca de las 3:30 de la tarde, la Vía España era un hervidero de gente. Las discotecas improvisadas estaban a todo volumen.
Los jóvenes, cerveza en mano, bailaban alegremente en plena calle al ritmo del reggae. Muy de cerca, un grupo de policías vigilaba la escena.
Los desfiles de la capital, sin embargo, recibieron muchas críticas de los presentes.
Durante cuatro días, la Junta del Carnaval instaló una tarima artística donde se presentaron cantantes internacionales como Gilberto Santa Rosa, Milli Quesada y Olga Tañón.
Pese a las críticas y la agria polémica con el alcalde, Mingthoy Giro tiene un balance positivo y hace una promesa. "Preparémonos, que el año que viene las cosas van a estar mucho mejor". La imagen de la presidenta de la Junta del Carnaval se repite una y otra vez, cual estrella del momento.
Antonio Rodríguez, entretanto, camina por la Vía España, como arrastrando los pies. Lleva en su mano un puñado de confeti que lanza al aire. Fin de la fiesta.
(Con información de José González, Shelmar Vásquez y Leonardo Flores)

