POBLACIóN. DARIéN ES LA PROVINCIA MENOS POBLADA DE PANAMá.

Mosaico de pieles en Darién

Mosaico de pieles en Darién
Mosaico de pieles en Darién

Desde el avión solo hay verde y marrón en Darién pero, ya en tierra, el contraste del paisaje y de sus gentes seduce como la mejor caricia.

En El Real, allí junto al río Chucunaque, se tiene el primer vistazo de lo que parece ser una constante en esta tierra de selvas en donde viven, según datos de la Contraloría General del año 2006, 44 mil 575 personas. (Solo para hacerse un idea: en la provincia de Panamá viven 1.6 millón de personas).

El escenario es este: Junto al río, muy cerca de un atracadero, está una mujer negra como el ébano, tomando un baño. Muy cerca está otra mujer, una emberá, lavando ropa con su falda tradicional, la paruma, enrollada a la cintura. Dos niños de cabello lacio y piel blanca andan por allí, mirando.

Todos son darienitas y todos se ven distintos, pero además cada uno practica costumbres diferentes. Dice Vicente Aníbal Peña, misionero católico en lugares como Púcuro, Matugantí y Sobiaquirú, que dependiendo de a donde vaya debe decir el nombre de Dios distinto.

Ankoré, cuenta, es el nombre del Divino en lengua emberá. Para los kunas se trata de PabDummad. Los wounaan, por su parte, lo llaman Ewandan. Para los latinos y afrodarienitas sigue llamándose Dios, pero cada uno bien puede tener una forma distinta de adorarlo.

Isabel Cristina Naranjo, monja de las Dominicas de la Presentación, vive en Yaviza desde hace año y medio, y cuenta que los muchachos que atiende en el internado del pueblo viven, estudian y se divierten juntos, pero “cada uno con su historia, con su estilo de vida”. En las cosas del corazón, por ejemplo, no suelen enamorarse de alguien que no sea parecido a ellos.

Por si todo este mosaico no fuera suficiente para cautivar, la población darienita tiene además nuevos miembros: los desplazados colombianos. Junto a los negros, los indígenas y los de piel blanca, los desplazados han propagado ahora el vallenato.

La realidad de la provincia vecina

Así como Darién es rica en fauna, flora y gente, de ese mismo tamaño son sus problemas. Vicente Aníbal Peña, misionero en la región, cuenta que muchas comunidades emberá y kuna “están como el primer día de la creación”. Sin luz eléctrica, por ejemplo, los niños tienen dificultades para terminar sus tareas.

Pero en algunos sitios ni siquiera esto es un problema. “En Boca de Paya hace más de dos años que no tienen maestro”, denuncia el sacerdote. En lugares como Mi Pueblito y Bajo Lepe, agrega, las condiciones de las escuelas “son realmente precarias”.

Esa misma belleza que cautiva al recién llegado se convierte en obstáculo para los darienitas, porque sin vías de comunicación rápidas, los indígenas se ven obligados a vender 100 plátanos por apenas tres dólares. En la ciudad, dos plátanos cuestan 35 centavos. Tan difícil es conectarse con Panamá desde Darién, que sus habitantes tienen más relación con Colombia. De hecho, dice Peña, los darienitas que tienen televisión, ven los canales colombianos.


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