La ola salada irrumpió con fuerza en las viviendas de El Astillero en Puerto Caimito, donde derribó paredes completas, revolcó mesas y mojó cuanto mueble y ropa halló a su paso.
De regreso al mar, dejó los patios y el interior de las casas repletas de conchas, mientras la incertidumbre se apoderó de los afectados.
En la comunidad costera del distrito de La Chorrera, era la primera vez que la furia del mar entraba con fuerza y causaba destrucción.





