IMPUNIDAD. En estas mismas páginas el pasado jueves, Alcibiades Cortez, nuestro corresponsal en Azuero, relató la tragedia que se vive en provincias centrales por la desaparición de la cobertura boscosa. “Al caer, los aguaceros están arrastrando una gran cantidad de suelo fértil a través de los cauces de los ríos y de las quebradas, producto de la devastación de la flora...”. Sí, tierra fértil que se pierde sin remedio.
Esa misma tierra que toma miles y miles de años en formarse y que nos alimenta y nos cobija. Esa misma tierra que también corre por las laderas de Coclesito, debido a la inevitable deforestación que acompaña a la explotación minera a cielo abierto que allí desarrolla la empresa Petaquilla Gold. Su fracaso en el control de la erosión está bien documentado. Desde que estos señores empezaron sus trabajos en la zona, no hicieron más que destruir sin pudor alguno la capa vegetal, aplicando seudocontroles de erosión (todavía quedan por esos caminos las plantas ornamentales que allá llevaron).
En los archivos de la Anam deben estar –si es que no los han desaparecido con tanto lío que hay estos días por esa institución– los informes técnicos que dejan en evidencia la falta de responsabilidad profesional de quienes trabajan en esa explotación minera. Esos informes produjeron sanciones y claras instrucciones sobre el control de la erosión. Ahora, después de la última situación de peligro que se produjo por el alto nivel de sus depósitos de material contaminado, la Anam determinó que la erosión continúa.
Tras este dictamen, el cantalante corrió a echarle la culpa a los campesinos del área. Y hasta ahí llegó la cosa. Mientras, se dan el tupé de seguir posponiendo la fecha de entrega de la certificación que, sobre el manejo del cianuro, debían haber entregado antes de empezar la extracción. No es el único incumplimiento. ¿Cuántos de los 40 requisitos exigidos por la resolución que les aprobó su estudio de impacto ambiental han cumplido? Imposible saber. Por lo pronto, el director de Calidad Ambiental de la Anam añade misterio: “...se están cumpliendo en su mayoría”. Más precisión, imposible.
