Tras un intenso tiroteo ocurrido la tarde de ayer en las montañas cercanas a la población de Metetí, en la provincia de Darién, funcionarios de la Policía Nacional (PN) rescataron sano y salvo a Alberto González, de 24 años, quien había sido privado de su libertad a las 8:00 p.m. de este jueves luego de ser sorprendido en su casa.
Fuentes policiales confirmaron que, previo al rescate del joven, la PN ya había sostenido un primer enfrentamiento con los captores y detuvo a uno de ellos. Luego fue capturado otro y a ambos se les trasladó ayer mismo hasta la capital. Se sospecha que son guerrilleros.
Las fuentes no precisaron el sitio exacto donde fue hallado González ni dijeron si fue agredido. Solo se informó que en el tiroteo hubo heridos.
El drama familiar
Antes de que se conociera la noticia sobre el rescate del joven, la familia González permanecía aterrada, pues en la misma noche del jueves había recibido una llamada telefónica, en la que los captores aseguraban que Alberto estaba bien y que se volverían a comunicar la semana que viene, pero no daban más detalles.
Raquilda González, madre del joven de 24 años, confirmó a este diario que ella recibió la llamada a las 11:44 p.m. desde el celular de su hijo.
“En la semana nos estamos comunicando con usted y no queremos interferencia de la policía”, le insistieron los hombres a la señora cuando ella les preguntó qué era lo que querían con Alberto.
Con lágrimas en los ojos, la mujer dijo temer que hubiera regresado a Darién la cultura del secuestro.
Y es que hace nueve años, en 1999, maleantes asesinaron a su esposo, Luis Pipo González, al resistirse a ser secuestrado.
“A mi esposo lo mataronhace nueve años en su casa, luego de que se resistió a que lo secuestrara un grupo de personas armadas que llegó en horas de la noche”, recordó.
Dijo que a Beto, su hijo, se lo llevaron cuando descansaba en la hamaca de su casa –muy cerca de la estación central de la Policía de Fronteras, en Metetí– tras una larga faena de trabajo en su finca.
Los dos hombres que se lo llevaron tenían acento colombiano. En principio se dijo que habían sometido a la esposa de González, pero en realidad a quien dominaron fue a una sobrina de este, a quien ataron, amordazaron y encerraron en un cuarto de la casa, junto con su pequeña hija.
Un comerciante de la zona, que pidió no ser identificado, dijo que desde hace dos meses la población viene denunciando la presencia de personas extrañas en las comunidades de Nuevo Progreso, Santa Librada, La Peñita, Chiatí, Bajo Chiquito, y otros poblados indígenas, pero las autoridades no les han hecho caso, al igual que ocurrió en 1999.
