Dos años después de que la Refinería Panamá S.A. cerrara sus operaciones el 31 de diciembre de 2002, el gobierno del presidente Martín Torrijos aspira a que Panamá vuelva a ser la sede de una instalación regional de procesamiento de hidrocarburos.
Esto permitiría no solo garantizar el abasto de derivados del petróleo a los países de Centroamérica, sino también hacer negocios con mercados de Estados Unidos y Asia.
El Gobierno ha vuelto a considerar esta idea por la actual crisis de la industria petrolera mundial, acentuada tras la devastación que causó la temporada de huracanes de este año en el Golfo de México y que ha encarecido los precios de los combustibles.
La construcción de la refinería ha quedado plasmada como un proyecto de interés nacional en la política energética gubernamental.
Pero el más claro interesado en el proyecto ha sido el presidente mexicano, Vicente Fox, quien ofreció a Torrijos la instalación de esta planta en suelo panameño, durante la visita del mandatario istmeño a la capital azteca el 12 de octubre pasado.
La propuesta mexicana enseguida tomó fuerza. El 18 de octubre, técnicos de la empresa estatal Petróleos Mexicanos (PEMEX) llegaron a Panamá, para trabajar en la planificación del proyecto.
Sin embargo, los mexicanos no han sido los únicos interesados. Empresarios árabes, estadounidenses, brasileños y la transnacional petrolera Shell quieren participar en la construcción de la refinería.
Cualquiera que resulte elegido deberá estar dispuesto a realizar una inversión de más de 2 mil millones de dólares.
Juan Ignacio Vásquez Guardia, presidente y gerente general de Shell para Centroamérica, solo espera que el Gobierno defina qué es lo que quiere hacer para sentarse a conversar sobre las condiciones que definirían el establecimiento de la nueva refinería.
El viceministro de comercio interior, Manuel José Paredes, es un entusiasta auspiciador de la refinería.
Paredes asegura que no se trata de revivir a la antigua Refinería Panamá, que explotaba la transnacional petrolera Texaco, S.A. y que tenía una producción de 60 mil barriles diarios.
Explica que no es posible revivir la vieja refinería porque sus instalaciones son pequeñas y están deterioradas por la falta de mantenimiento y porque su tecnología es obsoleta.
La nueva refinería tendrá una capacidad de producción de 150 mil barriles al día para atender al mercado local y a los países del área.
Más que un proyecto para que la población obtenga combustible a precios económicos, el objetivo es dotar a la región de una refinería, pues desde hace más de 20 años no se construye una en ningún país del área.
Por el contrario, la tendencia ha sido la de cerrar poco a poco las existentes.
El proyecto es más necesario de lo que parece a simple vista. En medio de la temporada de huracanes, los países de la Unión Europea y México estuvieron dispuestos a liberar parte de sus reservas de petróleo para ayudar a Estados Unidos, el país más castigado por los fenómenos naturales, pero se encontraron con el tropiezo de que no existían suficientes refinerías para producir combustibles.
Entre tanto las puertas para el establecimiento de una refinería, que según los estudios se construye en 24 meses, estarán abiertas a todas las propuestas.
El Gobierno, incluso está dispuesto a invitar a Chevron, quien compró la Texaco, para que reabra la antigua Refinería Panamá.
Algunos expertos en el tema petrolero consideran que el Gobierno aún no ha definido ni creado las condiciones para el establecimiento de la refinería.
Señalan, por ejemplo, que se debería tomar en cuenta a las empresas actualmente afincadas en el país que se dedican a la distribución de combustibles y otros derivados del petróleo.
(Vea Condiciones petroleras para explotar en el país)
