“Ser pobre no significa que no podemos salir adelante sin dañar nuestra naturaleza”. Así se expresa Vicente Saldaña, un indígena que salió de las entrañas de la comarca Ngäbe Buglé para hacerse médico y volvió a ella para ayudar a su gente.
Como él no hay muchos. La pobreza que reina en la zona comarcal hace que las oportunidades de hacerse profesional sean escasas, y que la prioridad de la mayoría de los integrantes de las etnias ngäbes y buglés sea, simplemente, subsistir.
La comarca Ngäbe Buglé se extiende en un territorio de 6 mil 968 kilómetros cuadrados, donde la belleza de la naturaleza roba el aliento; pero segundos después la imagen de casas hechas con retazos de zinc y pedazos de madera y donde por cama está un suelo pedregoso golpea con fuerza.
La ausencia de herramientas básicas para tener una vida digna es evidente: alimentos escasos, vías de comunicación dañadas o inexistentes, atención de salud ocasional y a destiempo, y escuelas con poco recurso humano y tecnológico.

