La “transición demográfica” parece estar llegando más rápido de lo esperado.
Definida como el proceso de envejecimiento de la población, los datos preliminares del censo realizado el 16 de mayo indican que la población del país tuvo una tasa de crecimiento promedio anual de 1.3 entre 2000 y 2010 (1.3 nacimiento por cada 100 habitantes), que contrasta con la tasa de 2 reportada entre 1990 y 2000.
“Sigue siendo un crecimiento de la población alto y positivo”, recalcó el economista Juan Jované, y el descenso puede tener tres razones: que la tasa de natalidad está bajando, que está aumentado la mortalidad, o que la Contraloría cometió un error de cálculo en sus proyecciones.
Antes del censo, la Contraloría había informado que se esperaba una población de 3.5 millones de personas. Sin embargo, según los últimos datos proporcionados ayer por la institución, en el país hay 3.3 millones de habitantes (un millón 672 mil 568 hombres y un millón 650 mil 008 mujeres).
“Las estimaciones pueden haberse hecho con base a una tasa de crecimiento de población equivocada”, comentó Jované.
Aunque para el año 2000 se manejaba una tasa de crecimiento de 2, en documentos de la Contraloría –encontrados en su página web– se establece que entre 2010 y 2015 la población tendría una tasa de crecimiento de 1.4. En los mismos documentos se lee que en 2008 la población sería de 3.3 millones.
Lo cierto es que, como dice la ex directora de la Comisión Nacional de Salud Sexual y Reproductiva Eyra Ruiz, la tasa de reposición de la población es buena: las mujeres tienen entre 1.7 y 1.9 hijo, cantidad suficiente para no tener un crecimiento de población negativo, pero insuficiente para detener el envejecimiento.
Ahora, ¿qué implicaciones tiene para el país el envejecimiento de su población? Jované destaca como positivo el que habrá menos presión sobre los recursos naturales, y que disminuirá el gasto social debido a la reducción de la población dependiente. Lo negativo: a largo plazo, la carga sobre el sistema de seguridad social será aún mayor.

