“No pretendamos jugar al turismo. El ministro de Turismo, Rubén Blades, se ha gastado mucho dinero con una campaña de anuncios en el extranjero con el eslogan ‘Panamá se queda en mí’. Pero lo cierto es que Panamá no tiene cómo distraer a los rusos, españoles, italianos, estadounidenses y griegos, con lugares populares para divertirse”.
Así se queja Mario González, el presidente de la Asociación de Bares y Discotecas de calle Uruguay, quien, ante las quejas de residentes de Bella Vista por la proliferación de prostitutas en algunas zonas de este corregimiento, dice que el problema se debe, en parte, a que en Panamá “no hay teatros, zona histórica. Solo hay playas y discotecas; lugares nocturnos donde ellos [los turistas] pasan el tiempo, a diferencia de Costa Rica”.
Y es que, en los últimos cinco años, aproximadamente, la prostitución clandestina se ha hecho más evidente para quienes visitan los principales centros de diversión, casinos y lujosos hoteles de la capital.
Otro estilo de vida
La proliferación de extranjeras que vienen a Panamá a ofrecer sus servicios sexuales de “alto nivel” se ha convertido en un problema de salud pública, difícil de controlar, según las autoridades.
Las rutas del “turismo sexual” identificadas en la capital se ubican en el área bancaria, calle Uruguay, calle 50 y la vía Venetto. Pero, más allá del problema sanitario o, incluso, migratorio que tiene implícito, hay otras implicaciones que se han convertido en una molestia para quienes residen cerca de las prostitutas clandestinas. Los vecinos de El Cangrejo dan fe de ello.
En uno de los balcones del apartamento donde ha vivido desde hace 36 años, cerca de “La cabeza de Einstein”, como comúnmente se le conoce, Gloria Domínguez recuerda lo “tranquila” que fue esa zona.
Pero, desde hace unos cinco años, cuenta, empezó a llegar poco a poco un grupo de mujeres extranjeras que se dedica a la prostitución. “Se tomaron lo que fue un exclusivo barrio de la capital”, agrega.
Muchos de los residentes han preferido abandonar su hogar, pese a su estratégica posición que los mantenía en el centro de la metrópoli. No soportaron lo que para María Angélica Cortés, con 23 años de residir en El Cangrejo, es “intolerable”.
“Todavía recuerdo la escena libidinosa que vi en el elevador de mi edificio, cuando me dirigía a mi trabajo, a tempranas horas de la mañana”, dice Cortés, algo molesta.
No solo eso, agrega, por su parte, Sibila Ortiz, presidenta de Los Vecinos de El Cangrejo, quien afirma que en las escaleras y elevadores de los edificios muchas veces se ha encontrado condones usados y drogas. “No es justo se queja que tengamos que vivir encerrados en nuestro vecindario solo porque se ha vuelto peligroso”.
Un ‘buen negocio’
Joel Miranda nombre ficticio del administrador de un salón de belleza de El Cangrejo reconoce que las prostitutas “han cambiado por completo la forma de vida de los lugareños, hasta de los comercios”. Sin embargo, asegura que por ellas “ahora hay más entrada para el negocio que antes”.
Y es que varias prostitutas extranjeras, al llegar a Panamá, alquilan apartamentos en Paitilla, Marbella, vía Argentina y Obarrio, entre otros. La información la confirman las propias prostitutas.
Apartamentos en el área bancaria y en El Cangrejo han sido remodelados internamente y adaptados en cuartos pequeños para alojar a la mayor cantidad de prostitutas. Cada cuarto es un alquiler individual. Por apartamento, los dueños pueden ganar unos mil 500 dólares al mes.
En el caso de El Cangrejo, Ortiz dice que hay dueños de apartamentos que ya no se interesan en remodelarlos y venderlos porque prefieren alquilarlos por 800 dólares o más, sin importarles quiénes vivirán en ellos.
Siguen allí
Vecinos de centros de diversión nocturna en Bella Vista afirman que las prostitutas trabajan de noche sin que nadie las detenga. Virgilio Crespo, representante de este corregimiento, admitió la situación y explicó que “Panamá es un país en desarrollo y en todas las ciudades del mundo ocurre lo que se estamos viviendo ”. “Estas personas están porque su negocio está ligado al dinero”, dice Crespo. Por tal razón, agrega, las autoridades de la corregiduría en coordinación con Migración y la Policía Nacional hacen operativos para “sacar de las calles y de los locales comerciales” a estas mujeres, al igual que los indocumentados. Pero no es fácil.
Al respecto, González, el presidente de la Asociación de Bares y Discotecas de calle Uruguay, dice que, en esos operativos, “apoyamos a las autoridades. Pero si [las autoridades] no hacen nada, la gente de El Cangrejo tendrá que vivir enjaulada porque su vecindario se ha convertido en un lugar riesgoso”.
Solo pide que aquel local donde se compruebe que hay prostitutas se denuncie. “Pero quien lo haga, que lo haga con nombre y apellido”, enfatiza.
Casinos, los más preferidos
Durante los últimos 15 días del pasado mes de julio, un equipo periodístico de este diario realizó un recorrido por los diferentes casinos de Bella Vista y comprobó que la prostitución aún se practica en esos lugares. Al menos en el caso del Casino Veneto se contactó a varias chicas, todas colombianas, quienes aseguraron que por su trabajo no cobran menos de 100 dólares, pero esa cantidad puede superar los 2 mil dólares.
Representantes de este casino prefirieron no hacer comentarios al respecto. Las jóvenes que se dedican a la prostitución se sientan frente a las máquinas de juego de azar. Allí contactan a sus posibles clientes, y luego, son recogidas por ellos en la puerta trasera del casino.
Aseguran que sus servicios los ofrecen “por igual”, a menores y mayores edad, “siempre y cuando tengan dinero”. Además, afuera del casino, hay quienes se “paran para hacer los contactos”. Por cada cliente que consigan, las prostitutas pagan una comisión de unos 20 dólares al “encargado de turno”.
