Aristides Cajar Páezacajar@prensa.comUna serie de fotografías y documentos se exhibieron el pasado 11 de octubre en la sede de la cancillería panameña, con motivo del aniversario número 60 de las Naciones Unidas. La exposición fue alusiva a un ilustre panameño, Ricardo J. Alfaro, cuyo papel en la creación del organismo mundial se conoce poco.
El 25 de abril de 1945, delegados de 50 naciones, entre estos Alfaro en representación de Panamá, se dieron cita en San Francisco, California, para la primera Conferencia de las Naciones Unidas. Los delegados redactaron la Carta de 111 artículos, adoptada por unanimidad el 25 de junio de 1945.
Alfaro no fue solo un asistente protocolar: propuso estatutos, participó en la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fungió como vicepresidente del tribunal internacional de La Haya y sustentó, desde esa época, la propuesta para crear un tribunal penal internacional.
ALFARO EN LA HISTORIA
Ricardo J. Alfaro nació en Panamá, el 20 de agosto de 1882. De 1922 a 1930 y de 1933 a 1936, fue enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de Panamá ante Estados Unidos donde presidió las comisiones negociadoras de los proyectos de nuevos tratados entre Panamá y Estados Unidos: el de 1926, rechazado por Panamá, y el de 1936, aprobado por ambas naciones. Alfaro también ocupó la Presidencia de la República entre 1931 y 1932.
En 1948 integró la Comisión de Derecho Internacional presidida por Eleonor Roosevelt que redactó la Declaración Universal de Derechos Humanos, y en 1959 se unió a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, de la que fue vicepresidente hasta su jubilación en 1964. Falleció en la misma ciudad que lo vio nacer, el 23 de febrero de 1971.
HOMENAJE
El ministro de Relaciones Exteriores encargado, Ricardo Durán, al inaugurar la exposición del pasado martes, indicó que esta tenía como finalidad "resaltar la imagen del Dr. Ricardo J. Alfaro", en el marco de la celebración de los 60 años de las Naciones Unidas.
"La Carta de San Francisco es un instrumento de liberación del género humano. A los estados soberanos se les protege en su independencia al proscribirse el uso o la amenaza de la fuerza", escribió Alfaro hace más de medio siglo acerca del espíritu que debía prevalecer en las Naciones Unidas.
