Después de 22 años de ir y venir, el monolito de la cabeza del trigésimo segundo presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, encontró finalmente un nuevo lugar: el Paseo de Próceres y Ciudadanos Ilustres localizado en la cinta costera, en el mero corazón de la ciudad de Panamá.
La estatua de este presidente estadounidense ha tenido, ciertamente, una “vida” intensa en este país istmeño.
Todo empezó el 4 de abril de 1947, cuando un grupo de panameños -inspirados en ese momento por el cambio de la política de Estados Unidos hacia Latinoamérica (ver recuadro)-, decidió crear una comisión “pro monumento a Roosevelt”. La comisión estaba presidida por Gabriel Tomás Duque.
Ese mismo día comenzaron las colectas públicas para erigir el monumento, y para su confección se contrató al escultor italiano Ángel Vannetti, autor de otras estatuas, como la de Rodolfo Chiari, en Aguadulce, y la de Juan Demóstenes Arosemena, en Santiago.
La estatua fue develada el 28 de abril de 1955 por el entonces presidente Ricardo Arias. ¿Su ubicación? La vía Domingo Díaz, hacia el este de la ciudad.
