El refrescante panorama que ofrecían las fuentes de agua en la Plaza 5 de mayo es cosa del pasado.
Las estructuras al pie del obelisco construido en honor a los bomberos fallecidos durante El Polvorín, ocurrido el 5 de mayo de 1914, presentan una imagen patética, y es una demostración más de la falta de una política municipal para conservar los espacios públicos de la ciudad capital.
Ayer se intentó buscar una opinión de las autoridades capitalinas, pero fue infructuoso..